jueves, 7 de octubre de 2010

21. Pequeños placeres

Un vaso de agua fresca y unas onzas de chocolate amargo; el reencuentro con un viejo amigo; improvisar un viaje a un lugar nunca antes visitado; entrar en un bazar chino con espíritu de antropólogo; un avión surcando el cielo azul, como una bala de plata a cámara lenta; una canción de Van Morrison en un bar después de medianoche y, como no, mirar las manos de mi mujer cuando doblan prendas de algodón son para mi esos pequeños placeres que te hacen creer en la felicidad. Y también el final inesperado de un relato emocionante; el enstusiasmo reflejado en el rostro de un niño; cualquier dulce que contenga almendras; el primer trago de cerveza de una tarde de verano; un vuelo silencioso bajo los efectos de dos pastillas de lexatín; las gotas de aceite de oliva virgen fecundando una rodaja de pan recién horneado y, por supuesto, un paseo con paraguas sobre el tejado de la catedral.

viernes, 1 de octubre de 2010

20. No entiendo nada

¡Todo el mundo al suelo, esto es un atraco! El del fondo, ese que está tatareando "la cabalgata de las valquirias" que saque las manos de los bolsillos, que no está el horno para bollos. Coño, que estoy desde esta mañana sin cenar y ya van a dar las tres. ¡Qué calor hace aquí, no? ¡Qué sabrás tú de calor! Para calor el de Ammergau, cuando no hace frío. Y eso que allí suele llover mucho. Hablando de llover, si alguien tiene que ir al baño que lo diga ahora o calle para siempre, que después aquí no se mueve ni dios. Bueno, empezamos: ¡Borja dale caña a ese acordeón, como tú sabes! Oye, que esto no suena ni a tiros. ¡Ojito con las pistolas que las carga el diablo! ¡Alma de cántaro, no me refiero a la pipa, sino al acordeón! A mi no me hables en ese tono. Eso no se lo consiento ni a mi jefe, al que viste sólo camisas a rombos y de marca. ¿Ese? dicen que tiene mucha mano izquierda. Sí, es un onanista de mucho cuidado. A todo esto, ¿te has fijado en el escote de la cajera? Déjate de escotes y de cajeras y atiende al acordeón, que bastante tienes con amenizar el garito. Y déjame un momento las llaves del coche que me he dejado la gomina en la guantera. Pues si que está buena, la tía, sí. ¡Oye, y de paso coge los pasamontañas!