lunes, 31 de diciembre de 2012

133. La profecía

Parece que ha llegado la hora de que se cumpla la profecía recogida en las sagradas escrituras marinas, que vaticinaban que un día surgiría de lo más profundo de los océanos el mesías de los crustáceos –una especie de titán o supercentollo- para liberar a los de su especie de la acción exterminadora del ser humano. En un tono bastante apocalíptico, los profetas marinos auguran que ese mesías hará desaparecer de la faz de la tierra a todos los devoradores de crustáceos, con lo cual y de cumplirse los pronósticos, Galicia verá mermada drásticamente su población, España se quedará sin políticos, los prostíbulos sin gerentes, las grandes empresas sin consejeros delegados, las mafias sin capos y la Conferencia Episcopal sin muchos de sus prelados.

132. fotohaiku nº 9









sabes, un falo
es un falo, aquí y en
er fin der mundo


(humilde homenaje a Ernst Jandl)

lunes, 17 de diciembre de 2012

131. Energía positiva

Existen dos Galicias. Una es ágil e inquieta e intenta ver más allá de sus fronteras y, sin que ello suponga renunciar a su idiosincrasia, aspira a subirse sin complejos a los vagones de vanguardia. Esta Galicia se esfuerza en ser creativa, productiva y moderna, y para lograrlo busca sustancia en casa e inspiración fuera, y viceversa, con la esperanza de que un día ella misma pueda exportar ideas, saber y arte, en vez de mano de obra, y con la esperanza también de que quien nos visite lo haga para descubrir lo que somos y no lo que hemos podido ser. La otra, en cambio, es una Galicia encerrada en si misma, que sólo se emociona con lo autóctono y ve en el forastero sólo a un cliente. Es una Galicia rústica (que no rural) a la que le gusta la gaita más por gallega que por gaita y que rechaza todo aquello que no entiende, una Galicia acomplejada que recela de su propia sombra y sin embargo confía en un azar que siempre le ha sido esquivo. En cualquier caso las dos Galicias están condenadas a convivir y, para bien o para mal, tan gallega es una como la otra. Además, esa convivencia no tiene por que ser algo negativo, pues los pueblos, al igual que las personas, para poder progresar deben empezar por reconocerse primero sus miserias y potenciar luego sus virtudes. Y sabido es que de la tensión entre contrarios (como la que se produce entre los dos edificios de la foto, que parece se miran con recelo) puede ser un buen generador de energía positiva.

jueves, 6 de diciembre de 2012

130. fotohaiku nº 8









mi cámara es
la mirilla indiscreta
a tu memoria

129. Paseo de la fama

Si algún día las autoridades locales de Santiago decidiesen crear un paseo de la fama al más puro estilo hollywoodiense, no encontrarían mejor emplazamiento que la rúa Nova, una calle que viene a ser algo así como la yugular del casco antiguo compostelano y que, además, de glamour sabe un rato, pues a lo largo de muchos años sus ventanas y escaparates han visto deambular sobre sus centenarias losas a más de un personaje sobrado de fama y/o clase. Y es que, entre otros, en esta calle se encuentran los teatros Principal y Salón Teatro, escenarios mágicos para el arte y la cultura, especialmente el primero, que un año tras otro (y ya van por la XXVI edición) acogen durante todo el mes de noviembre el festival Cineuropa, al que acuden gentes del medio y al que los cinéfilos más cineheridos nunca dejan de asistir (tanto es así, que hay rostros que uno sólo ve durante ese mes a la entrada de las salas de proyección y echa luego en falta todo el resto del año). Otro local señero de esta calle es el café concierto El Retablo, un templo compostelano que compite en número de visitantes con la mismísima catedral y a donde muchos peregrinos y peregrinas nocturnos acuden religiosamente con fundadas esperanzas de conseguir, numerosos brindis mediante, algún tipo de bendición, gracia o indulgencia. Como se puede ver en la fotografía, alguien se me ha adelantado en esta idea de convertir la rúa Nova en el paseo de la fama compostelano y ya ha dejado sus improntas en el suelo. Estas marcas en cualquier otro lugar podrían parecer una simple gamberrada, aquí son todo un toque de distinción. 

lunes, 19 de noviembre de 2012

128. fotohaiku nº 7










el cielo llueve
su húmedo silencio
en tu mirada

jueves, 15 de noviembre de 2012

127. Fútbol

Últimamente la vida de muchísimos españoles no está para grandes alegrías (se salvan los grandes empresarios, los banqueros, los altos cargos del partido en el poder y algún que otro prelado de la Iglesia), pero para muchos aficionados al fútbol la esperanza en la victoria de su equipo el sábado o el domingo hace que la semana resulte menos sufrida. Con esto de la crisis somos muchos los que cuando hacemos la compra nos paramos a comparar precios, a calcular pesos escurridos y envasados o a averiguar el número de lavados que se le puede sacar a un tambor de detergente. Y mientras recorremos los pasillos del súper en busca de algún producto que esté de oferta, los futboleros solemos perdemos en ensoñaciones balompédicas: las cajas de lechugas nos parecen césped recién regado; los paquetes de bayetas, las cartulinas del árbitro; la sandía, un balón de fútbol; las mallas de naranjas las imaginamos bolsas con balones de recambio; los mangos de escoba, banderines de córner, el agujero de los donuts, puntos de penalty y la estantería de los pollos se nos antoja una grada del Bernabéu celebrando un gol de Cristiano Ronaldo de falta directa (y es que cuando uno siente unos colores se le pone la piel de gallina y todo). Lamentablemente a los que nos duele el Dépor ni en el fútbol encontramos consuelo..

126. fotohaiku nº 6









provocarán
irresponsablemente
alevosías

125. fotohaiku nº 5









soy un náufrago
con ganas de hacerme
de nuevo a la mar

124. Brotes verdes

Tenemos ministros en España que creen, mejor dicho, dicen, que la crisis económica ya ha tocado fondo, hablan de brotes verdes y proclaman que el año que viene ya comenzaremos a levantar el vuelo. Hay incluso quien va más lejos, como el recién reelegido jefe del gobierno autonómico, quien sacando pecho asegura que Galicia ha hecho a tiempo los deberes y que por eso remontará incluso antes que el resto de España. Reconoce, es verdad, que la cosa está algo parada, pero está convencido de que muy pronto empezará a recuperarse la actividad económica. Yo y otros muchos como yo miramos a nuestro alrededor y no acabamos de creérnoslo, pues sabemos que la gran mayoría de políticos españoles, y de manera muy especial los que ahora nos gobiernan, cuando hablan de actividad económica se refieren a la construcción y todo lo relacionado con el sector inmobiliario y, la verdad, nada de lo que vemos invita al optimismo. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

123. Becas

Hace cuarenta años, estar en posesión de un título universitario en España era un privilegio al alcance de muy pocos, sólo de aquellos que habían venido al mundo en el seno de una familia pudiente. Pero durante los años ochenta del siglo pasado, con mucha inversión y esfuerzo, el acceso a la universidad se fue democratizando y la universidad pública llegó a tener unos precios asumibles para buena parte de las economías del país. Además, los gobiernos ofrecían becas que ayudaban a sufragar los gastos que suponía pasar cinco años en Santiago, Granada o Salamanca. Y también había becas de la Unión Europea, para que además de formarte académicamente, también te formases espiritualmente entrando en contacto con profesores y estudiantes de otros países. Pero todo eso se ha venido abajo en menos que canta un gallo. De un plumazo se han eliminado las becas (a lo que hay ahora no se les puede llamar becas, pues son más bien limosnas) y se han encarecido las matrículas. Si a esto le sumamos la subida del IVA y demás impuestos, y los recortes a los sueldos de los padres (aquellos afortunados padres que aún tienen un sueldo), a ver cómo un joven de hoy va a poder estudiar una carrera en una universidad, en la que te cobran hasta por ir al baño. En Santiago, por poner un ejemplo, aquellos padres que, pensando en proporcionarle estudios superiores a su hijo o a su hija, se acercan un día de verano a ver cómo es una universidad de cerca, lo primero con que se encuentran en el campus universitario es con la estatua de D. Manuel Ventura Figueroa, quien (mirado desde un ángulo bastante malicioso) parece querer mostrarle al ingenuo visitante el presupuesto de lo que le va a costar la formación de su hijo, para que recapacite y considere si merece la pena tanta inversión para que luego, y en el mejor de los casos, su hijo acabe trabajando de guardia jurado en un casino que un mangante de Las Vegas piensa construir en Madrid o disfrazado de Bob Esponja en algún parque temático del Mediterráneo. Al paso que vamos, dentro de muy poco ya sólo estudiarán en las universidades españolas los hijos de los banqueros con sueldos blindados y de los políticos a los que el calificativo 'corrupto' les viene pequeño o los hijos de empresarios que en tiempos de crisis se mueven como peces (p.e. tiburones) en el agua. Por cierto, el tal Ventura Figueroa, un santiagués de pro que llegó, entre otros, a ejercer de arzobispo en Laodicea (en la actual Turquía) y a ser hombre de confianza del rey Carlos III, nos legó una fundación que lleva su nombre, que aun persiste y que concede becas para estudiar (a sus descendientes).

martes, 13 de noviembre de 2012

122. fotohaiku nº 4









aquel recuerdo
aun supura nostalgia
por la herida

lunes, 5 de noviembre de 2012

121. fotohaiku nº 3









es lo más fácil
-y ruin- subirse a un
árbol caído

martes, 30 de octubre de 2012

120. fotohaiku nº 2









todo otoño
tiñe de ocre nuestras
melancolías

119. fotohaiku nº 1









si el sol asoma
por santiago, la tierra
siente cosquillas

118. Röntgen

Es bien conocida la manía que tienen los alemanes por buscarle a todo un sentido práctico, y que, dicho sea de paso, con mejor o peor acierto casi siempre se lo encuentran. La lengua, ese instrumento a través del que se manifiestan buena parte de las idiosincrasias de un pueblo, no queda al margen de esa manía. Sólo un ejemplo: el científico que descubrió los rayos X se llamaba Röntgen, de nombre Wilhelm Konrad. El hecho de ser él y no otro el artífice de tan trascendental descubrimiento, dio lugar a una, para los alemanes, feliz circunstancia. A saber, que el apellido Röntgen termina igual que la mayoría los infinitivos alemanes, es decir, en -en. El postulante de turno habrá pensado: ¿para que buscar o crear un término nuevo que signifique la acción de pasar rayos a través de un cuerpo para poder hacer una imagen de su interior, si podemos emplear este apellido como un verbo, matando, además, dos pájaros de un tiro, pues obtenemos el vocablo que necesitamos y por el mismo precio le hacemos un merecido homenaje a nuestro insgine científico? Y, dicho y hecho, en la lengua de Goethe ‘radiografiar’ pasó a decirse röntgen, y la imagen fruto de esa radiación Röntgen-Bild (imagen Röntgen). Así, un médico alemán puede decirle a su paciente: “Ich muss ihren Knöchel röntgen” (tengo que radiografiarle el tobillo), o preguntarle a la enfermera: “Wo ist das Röntgen-Bild?” (¿Dónde está la radiografía?) y se le entiende. ¿Es esto posible en la lengua de Cervantes? Pues claro, aunque posiblemente no en la medida y frecuencia en que se puede hacer en alemán. Así a bote pronto no se me ocurren muchos nombres españoles “verbalizables”, pero alguno hay, Aznar, Piñar, Marichalar, por ejemplo. Cualquiera de estos apellidos podría ser convertido fácilmente en un verbo, de modo que el capataz de un cortijo podría decirle al nuevo jornalero: “llévate al pollino de aquí, que no para de aznar y el señorito no quiere que se le moleste mientras marichalea, y ten cuidado al salir que el perro de la entrada piña” y también se le entendería.

viernes, 19 de octubre de 2012

117. Mal tiempo

El pasado lunes de camino al trabajo, un locutor de la emisora de radio que tengo presintonizada en el coche llamó a MeteoGalicia para averiguar qué tiempo haría esta semana, especialmente el domingo, día en que se celebran elecciones al parlamento gallego. La primera pregunta que le planteó fue, si continuaría el mal tiempo y el meteorólogo le aclaró que el mal tiempo hacía ya un par de semanas que se había terminado y que lo que ahora teníamos no era mal tiempo, sino otoño. Eso más que una predicción meteorológica me pareció un aviso a navegantes, a saber, pase lo que pase el domingo en Galicia vamos a tener que seguir recurriendo al paraguas.

martes, 9 de octubre de 2012

116. Aprendiendo a volar

Me cuentan que el presidente del gobierno de España está aprendiendo a pilotar y que tiene que hacer muchas horas extras porque, al parecer, no está especialmente dotado para conducir a tanta altura, y dicen las mismas fuentes que su trayecto preferido es Madrid-Berlin, ida y vuelta. Una persona que ha tenido la suerte de volar con él en una ocasión (y que afirma no tener la menor intención de repetir la experiencia) opina que su forma de volar es muy brusca, con continuos acelerones, frenazos y repentinos cambios de dirección, vaya, lo más parecido a montar en una montaña rusa. Me cuentan también que en lugar de auxiliares de vuelo se hace acompañar de agentes antidisturbios y que ante las reiteradas protestas del pasaje sólo se encienden los pilotos luminosos indicando que hay que poner los asientos en posición vertical y apretarse un poco más los cinturones. Además, su torpeza a los mandos de la aeronave hace que no se pierda ni una sola zona de turbulencias. Cualquier persona que haya vivido un vuelo con fuertes turbulencias sabe lo tranquilizadoras que pueden resultar unas palabras a tiempo del piloto llamando a la calma y quitando gravedad a la situación, pero nuestro presidente apenas usa el micrófono y cuando lo hace es para decir que lo de las turbulencias es por culpa del pasaje, porque los pasajeros no se están quietos o porque algún cenizo viaja a bordo; que lo que él hace es por el bien de todos; que son muchos los botones que hay en el panel de mandos; que a él tampoco le gusta volar así y cosas por el estilo. No es de extrañar, pues, que nuestro presidente se esté convirtiendo en el terror de los cielos de media Europa. Esta foto, por ejemplo, me la envió un amigo francés y me cuenta que cuando el avión del jefe de gobierno español asoma por el horizonte todas las aves de Francia se apresuran a resguardarse donde pueden para evitar tener un inoportuno y fatal encuentro con nuestro presidente.

115. Maneras de vivir

Los españoles que hoy rondamos la cincuentena y no hemos padecido enfermedades graves ni hemos sufrido grandes desgracias en nuestro entorno más inmediato, podemos afirmar que hemos tenido la suerte de haber vivido una época feliz, pues hemos podido disfrutar de cinco o seis lustros de paz y de estabilidad económica. Hemos sido testigos ingenuos de la muerte del dictador; hemos disfrutado de la ola de libertad y de efervescencia creativa de los años ochenta; hemos tenido acceso a una formación universitaria pública y de cierta calidad; nos hemos licenciado en un momento en que aún existía un mercado de trabajo; hemos podido viajar, ver otros mundos, conocer otras culturas y abrir nuestras mentes a otras realidades; hemos conocido de primera mano el valor de conceptos como igualdad, libertad, justicia o progreso. Y nos hemos sentido orgullosos de vivir en un país joven que supo transitar de una dictadura a una democracia sin que corriese apenas sangre, en un país que ha sido capaz de sentar por primera vez a judíos y palestinos a una mesa de negociaciones, que ha sido capaz de organizar unos juegos olímpicos que deslumbraron por su creatividad y excelencia, que ha sido capaz (y lo es todavía) de mantenerse a la cabeza de los países en los que más donaciones de órganos se producen, un país que dio una lección de solidaridad al mundo entero con aquella marea humana que acudió en masa a colaborar de manera voluntaria en la limpieza del chapapote con el que el Prestige cagó toda la costa gallega. Un país, también, formado por pueblos diferentes, con idiosincrasias diferentes y poblado por unos ciudadanos muy individualistas, pero que pese a ese individualismo y a esas diferencias, cuando los dirigentes están a la altura de las circunstancias son capaces, por poner un ejemplo quizás un tanto frívolo, de jugar al fútbol como una orquesta dirigida por el mismísimo Herbert von Karajan. Y uno se pregunta cómo hemos podido llegar hasta donde hemos llegado, con este panorama tan gris que tenemos ante nosotros. Cada vez que paso al lado de este rótulo de un conocido local de Santiago de Compostela me invade la nostalgia por ese pasado reciente que se aleja, pero al mismo tiempo también hace que no me olvide de que otras maneras de vivir son posibles.

114. El orden sí altera el producto

Les propongo un juego: prueben a comerse un donut de chocolate mirando fijamente esta fotografía (a ser posible sin pestañear), masticando muy despacio y en pequeños bocados, para así dar tiempo a que las papilas gustativas envíen toda la información al cerebro. Comprobarán que la conjunción entre lo que ven los ojos y lo que siente el paladar, primero, y el estómago, después se funde en una especie de yin y yang gastronómico único e irrepetible. Al revés, es decir, comerse una caja de sardinas saladas mirando la fotografía de un donut de chocolate, no causaría el mismo efecto, pues en fotografía el orden sí altera el producto.

113. Retrato

Creo que esta fotografía dice tanto o más de mi persona que el retrato que acompaña el perfil personal de este blog.

112. Pesadilla en la A6

Este verano, circulando por la A6 camino de A Coruña, al dejar atrás Madrid vi la cruz del Valle de los Caídos en la ladera de la sierra del Guadarrama, solitaria, vigilante y celosa de la capital de España. No sé si fue por un efecto óptico de la atmósfera, si por una excesiva graduación de mis nuevas gafas de sol, o por haber estado hojeando minutos antes un par de diarios de tendencia conservadora en el quisco del área de servicio, pero el caso es que me dio la sensación de que el mausoleo franquista había crecido y seguía aumentando gradualmente de tamaño. Por suerte tardé poco en entrar en el túnel del Guadarrama y al salir al exterior al otro lado de la sierra me sentí como si hubiera despertado de una pesadilla. Pero como suele pasar en esas películas malas de Hollywood, en las que cuando uno cree que el peligro ya ha pasado, un nuevo monstruo acecha al protagonista, ahí estaba delante de mí, una vez más, el monóculo extraterrestre (quien haya leído la entrada número 5 de este blog conocerá el porqué de mi aversión a los espejos redondos).  

sábado, 29 de septiembre de 2012

111. Caminos

A veces uno se encuentra con caminos que, a pesar de no saber muy bien a dónde conducen, apetece un montón tomarlos.

110. Para echarse a llorar

Con los tiempos que corren, da lo mismo abrir el periódico que cortar una cebolla. En ambos casos es para echarse a llorar.

109. Juguetes

A veces, paseando por una playa a finales de verano, nos topamos con un cubo de plástico, una pala, un rastrillo o un coche de juguete abandonados en la arena. Seguramente pertenecieron a un niño que la víspera tuvo el día tonto y los padres, incapaces de hacerle entrar mínimamente en razón, optaron por recoger los bártulos e irse a casa. Con el sofoco que les provocó su hijo, los padres recogieron los bártulos a toda prisa y así es fácil olvidarse algún objeto en la playa. El cochecito de plástico tiene ahora un aspecto triste, denota soledad y abandono, y al mismo tiempo, en algún edificio de la ciudad un niño, que ya no recuerda la pataleta del día anteriror, mira compungido por la ventana y echa de menos a su coche de juguete preferido. Lo mismo sucede con esta estampa, que nos sugiere que algún político travieso se olvidó de recoger todos sus bártulos cuando estalló la burbuja inmobilaria y ahora seguramente estará triste mirando por la ventana de su despacho, añorando esos juguetes que en su día tan buenos momentos y beneficicos le reportaron.

domingo, 23 de septiembre de 2012

108. Lecturas

Hubo una feliz época en que un hombre, con tiempo, curiosidad y dedicación, podía saberlo casi todo de muchas disciplinas. Un tiempo, también, en el que el concocimiento estaba restringido a una minoría: a las pocas personas que tenían la formación suficiente para poder interpretar los textos escritos. Y esas mismas personas, sabiendo que el conocimiento es poder, hacían todo lo que estaba en sus manos para que la situación no cambiase. Pero las sociedades han ido evolucionando y hoy día, por suerte, la situación ya no es la misma, aunque tampoco está exenta de obstáculos y dificultades. Si antes el problema era la falta de información, hoy lo es su exceso: hoy estamos constantemente ingiriendo voluntaria e involuntariamente ingentes cantidades de información y sin disponer apenas de tiempo para procesarla, para analizarla, para contrastarla, para conocer las fuentes. Y así el riesgo de que el conocimiento que adquirimos sea parcial, equivocado, superficial o interesado es muy alto.
Toda la información que hemos ido engullendo a lo largo de los años: tebeos del Capitán Trueno, el catecismo y algunos números de el Víbora; relatos, poemarios y novelas; noticias de prensa, reportajes y editoriales; contratos de alquiler, de trabajo y pólizas de seguros; ponencias, reseñas y artículos científicos; cartas, SMS y correos-electrónicos; instrucciones de uso de mp3 y prospectos de antibióticos; normativas de aerolíneas low cost y guías de turismo; convenios colectivos y boletines oficiales del estado; informes médicos y testamentos, etc. se ha ido acumulando en nuestra memoria y se ha ido convirtiendo en un ovillo, una madeja, un amasijo amorfo, como el bolo alimenticio que se forma en el estómago después de haber cenado ensaladilla rusa de primero, una pizza cuatro estaciones de segundo y macedonia de frutas de postre. Si en un TAC se pudiese ver la información almacenada en el cerebro, en el mío seguramente aparecerían, entre otros, mi profesor de literatura sacándole brillo a unos endecasílabos de Antonio Machado, a Woody Allen convirtiendo el texto de un prospecto de Lexatín en diálogos para Manhattan, al comerciante de telas Gregorio Samsa practicando papiroflexia con la escritura de mi piso, al marqués de Bradomín comprando un asiento de primera clase en el tranvía a la Malvarrosa, a Tierno Galván leyendo una ponencia sobre la movida madrileña en la convención del Tea Party, a mi álter ego intentando comprimir en un haiku mi expediente académico, a Madame Bovary facturando online dos arcones en un vuelo con Ryanair, a Van Morrison poniéndole música a una sopa de letras o a Siddhartha leyendo las tiras de Martínez el Facha en un número especial de el jueves. Y la revolución tecnológica sólo acaba de empezar. No me atrevo a imaginarme como será mi TAC dentro de veinte o veinticinco años.

sábado, 22 de septiembre de 2012

107. Reflejos

Así como hay libros que lo mejor que les ha podido pasar es que los tradujese Julio Cortázar, chistes cuyo mejor premio es que los haya contado un gaditano o feos para los que ha sido una suerte que los retratase un caricaturista, también hay edificios que lo mejor que les ha podido suceder es que construyesen otro edificio enfrente con los cristales polarizados, pues es bien sabido que con frecuencia un reflejo es más interesante que su original. A mi por lo menos suele ocurrirme que en el metro la chica que se sienta a mi lado no es especialmente guapa, pero su reflejo en el cristal de la ventana resulta tremendamente atractivo, o que un deportivo rojo que veo acercarse por el retrovisor del automóvil, y que parece un Ferrari, al adelantarme resulta que no es más que un utilitario tuneado; y cuando un perro le ladra a su imagen reflejada en un espejo o en un escaparte, el imbécil me parece siempre el perro de verdad y la imagen reflejada en el cristal semeja limitarse a responder a las provocaciones del perro tonto. Además, ¿quién no se ha sentido alguna vez un poeta al verse difuminado en el espejo de la pared del Café Moderno, un espíritu joven y libre al reconocerse en el retrovisor de una Vespa a 60 km/h, un don Juan irresistible al verse reflejado en unos ojos verdes y vidriosos, o un vampiro desalmado y patético al mirarse en el estanque del parque una noche de luna llena?

106. Mentiras

Ya estamos con la precampaña electoral y en los bares, en las colas del paro, en los pasillos de los ambulatorios y en las salas de los tanatorios se habla muchísimo de política; con tanta pasión y con tanto desconocimiento como cuando se habla de fútbol, de salud o de Dios. Sin ir más lejos, la semana pasada en el autobús fui testigo privilegiado de un diálogo entre dos señoras de mediana edad que ocupaban los dos asientos justo delante del mío. En un momento de la conversación una de ellas afirmó categórica: - las mentiras siempre se encajan mejor que las verdades, y no sólo en política, sino también en el amor o en los asuntos relacionados con la salud. En un primer momento pensé que aquel era un juicio poco acertado y que contenía considerables dosis de malicia y cinismo. Pero un par de horas más tarde mi frutero me hizo cambiar radicalmente de opinión. Mientras éste le pesaba unas peras limoneras y unas cebollas moradas a una clienta, la señora aprovechó para preguntarle: - ¿Y por qué son negras unas ciruelas y, en cambio, otras son amarillas?  El frutero escrutó brevemente a la señora por encima de las gafas que se sostenían milagrosamente en la punta de su nariz y le respondió: - Es algo muy elemental, señora, porque unas crecen al sol y las otras a la sombra. – ¿Y cuáles son las que crecen al sol?  quiso saber entonces la señora. – Las negras, - aclaró el frutero - por eso son también las más dulces. A mí me sorprendieron sobremanera su imaginación y su agilidad mental, y él me pareció una de esas personas que, a pesar de su escasa erudición, tienen respuesta para todo y para todos. Estoy convencido de que si en vez de la señora esa pregunta se la hubiese planteado yo, seguramente me hubiese salido con que unas ciruelas provienen de África y las otras de Asia, que unas son de regadío y las otras de secano o que unas son nacionales y las otras de importación. Ese día descubrí que mi tendero tiene una portentosa inteligencia emocional (y comercial) y sabe lo que cada cliente quiere y necesita oír, es decir, posee eso que en política algunos denominan carisma.

viernes, 21 de septiembre de 2012

105. Galicia Canibal

Hay quien sostiene que en Galicia apenas se nota la crisis económica y que en esta comunidad autónoma siempre luce el sol, y que por ello los gallegos siguen sin tener que emigrar y pueden pasarse el día sentados en las terrazas de los bares, tomando cervezas y pinchos de tortilla, discutiendo sobre las tácticas futbolísticas del Celta de Vigo y del Deportivo de La Coruña o especulando sobre el tamaño ideal de las minifaldas. Mas todo eso no debe de ser del todo cierto, pues el otro día vi partir un avión del aeropuerto de Lavacolla con destino a Alemania atiborrado de investigadoras, ingenieros, enfemeras y encofradores. Además, llovía a cántaros. Los que sí discuten de fútbol, beben cerveza y toman pinchos de tortilla no son gallegos, sino diputados autonómicos, unos tipos que no tienen ni la más remota idea de fútbol, pues en el internado donde estudiaron, mientras sus compañeros disfrutaban del recreo corriendo por el patio detrás de una pelota, ellos permanecían en el aula recibiendo clases de apoyo para repasar los temas de matemáticas, historia y geografía que tanto les costaba asimilar. Hoy son padres de familia numerosa, con casa con jardín en las afueras, aparcan sus coches todoterreno en doble fila, y entre sorbo y sorbo de cerveza miran con cara de antropófagos a cuanta chica de pelo largo y falda corta ataja por la plaza para acudir a clase de derecho internacional, química farmacéutica o matemática discreta.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

104. Caballito de mar

Como cada mañana bajó temprano a la playa en busca de la ola del verano. Quería que el hecho de no haber podido irse de vacaciones por tercer año consecutivo (la economía familiar no andaba muy boyante) le recompensara de alguna manera. Pero la gran ola se le resistía, al igual que aquella francesita que estaba en el surfcamp, una preciosidad de ojos verdes, rastas y un caballito de mar tatuado en el hombro. Bajó a la playa, había aun pocos bañistas y en seguida la reconoció por su tabla amarilla. Estaba sentada en la arena mirando al mar, llevaba el traje de neopreno vestido sólo hasta la cintura y un top de bikini de color limón. Se sentó a su lado y sólo se le ocurrió decirle que a él también le gustaba el color amarillo. No pudo evitar reírse de la tontería que acababa de decir y ella rió también con ganas. Él estaba ocurrente y la chica de las rastas agradecía cada broma con una risa limpia y dulce. Al reírse, el caballito de mar parecía que se estremecía emocionado. El mar seguía tranquilo y él le propuso dar un paseo hasta la otra punta de la playa. Ella aceptó. El trayecto de vuelta lo hicieron cogidos de la mano. Ese verano el paro y la prima de riesgo continuarían creciendo, sus padres acabarían cerrando la tienda y la abuela se rompería la cadera, pero para él los recuerdos de ese mes de julio quedarían tatuados para siempre en el dominio más luminoso de su memoria.

103. Yermo

La pendiente del terreno que aparece en la fotografía y las líneas pintadas en el suelo, así como el edificio al fondo recuerdan un poco a algunos viñedos gallegos (Ribeira Sacra, Ribeiro, Rías Baixas, etc.) con las cepas perfectamente alineadas y el pazo-bodega al fondo. En invierno las cepas están secas y los viñedos parecen terrenos yermos, sin vida. Aquí la explanada sin automóviles, para los que en definitiva fue concebido este espacio, también presenta ese aspecto desangelado, inútil e improductivo. Mas todos sabemos que los viñedos con la llegada de la primavera reviven y tiene lugar el milagro, que comienza con los primeros brotes verdes que despuntan en las cepas y remata con un buen caldo en una botella debidamente etiquetada. Pero el terreno de la fotografía parece inmune a los milagros de la naturaleza, pues son ya varias las primaveras y veranos que han pasado y las cosechas de automóviles siguen brillando por su ausencia.

102. Yayoflauta

La actual situación económica (y política) que vive España afecta a muchos colectivos (a los más desfavorecidos) de manera verdaderamente trágica.  Pero a veces incluso en las situaciones más dramáticas pueden surgir fenómenos positivos, como por ejemplo la aparición de ese nuevo colectivo social que se ha dado en llamar “yayoflautas”. Esos pensionistas, jubiladas y jubilados, que dedican parte de su tiempo libre a manifestarse, a protestar y a denunciar todo tipo de tropelías provocadas por nuestros políticos y banqueros. Es un colectivo muy sensibilizado con las injusticias sociales que se siente (y sabe) útil y por ello sus miembros acuden con puntualidad a las convocatorias de protesta, pues, además de un encomiable espíritu solidario, tienen todo el tiempo del mundo. Como el señor de la fotografía, que parece estar aguardando impaciente a que lleguen sus compañeros para ir a apoyar una nueva manifestación ante una sucursal bancaria, una sede gubernamental, un complejo administrativo o lo que se tercie. Parece que puedo leerle el pensamiento: “...toda una vida trabajando para pagar un apartamento de protección oficial de 75 m², apoquinando religiosamente mis impuestos, haciendo jornadas de doce horas con el taxi para poder darle estudios a dos hijos; la primera vez que he viajado en avión y he dormido en una habitación de hotel fue gracias a un viaje subvencionado por el Imserso, para que ahora vengan estos niñatos engominados de universidad privada a decirme que todo lo que está pasando es porque hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades. Serán caraduras, un mal rayo los parta a todos..."

101. Puta

Evelio siempre ha sido un chico formal y algo introvertido. A su novia, Rita, la conocía desde la época del instituto y estaba enamorado de ella hasta las trancas. Hacía poco que habían alquilado un apartamento y se habían ido a vivir juntos. Todo marchaba bien y ya habían hecho planes de boda y todo. Pero cuando la felicidad parece perfecta algo viene siempre a fastidiarlo todo. Como todas las tardes, él salió a pasear al perro y de camino a casa se paró a comprar media docena de cocadas, los pastelitos preferidos de Rita - para darle a ésta una sorpresa. Pero sorpresa, y de las grandes, fue la que se llevó él, pues la sorprendió con Borja, un amigo común, fornicando en el sofá, y con un frenesí y con una pasión que él nunca le había visto antes a su novia. El shock sufrido por Evelio fue tal que requirió varias semanas de internamiento en un centro clínico. Mostraba una sintomatología propia de un autista, así como una rara especie de afasia que sólo le permitía articular una única palabra: “puta”. La afasia le habría de durar aun un par de meses después de haber recibido el alta médica. Durante ese tiempo, cuando Evelio pedía un café en el bar decía: “¡puta!”; si celebraba un gol de Hugo Sánchez mirando un partido del Real Madrid, gritaba: “¡puta! ¡puta!”; si le avisaban de que su madre había preguntado por él, respondía: ¡puta! Mas el tiempo todo lo cura y Evelio acabaría recuperando totalmente el habla y volvería a ser el de siempre, o casi. A su novia no le perdonó nunca y jamás volvió a dirigirle la palabra. Pero a Borja, con el paso de los años, poco a poco volvió a tratarlo. En una ocasión que hablaron los dos a solas, de hombre a hombre, aquel rubricó su razonamiento con un cínico: “¿y tú que hubieras hecho en mi lugar?”. Aunque Evelio nunca hubiera obrado como Borja, el argumento le pareció ajustado a la ética y moral propia de los hombres de éxito y lo aceptó como una disculpa sincera. Además, su amigo trabajaba en la Caja de Ahorros y pensó que como aquel se sentiría en deuda con él, siempre le podría hacer un favor cuando fuese necesario. De hecho, gracias a Borja consiguió una vajilla de cerámica de Santa Clara que la entidad bancaria sólo financiaba a los clientes especiales y alguna vez que se producía un descubierto en su cuenta corriente aquel siempre le llamaba antes de que la Caja devolviese un recibo domiciliado. Después de Rita, Evelio no volvió a tener pareja y todos estos años ha llevado una vida rutinaria, tranquila y austera, dedicado a su perro, a su trabajo de montador de muebles y ahorrando todo lo posible. Una mañana que pasó por la Caja, Borja le habló maravillas de unas participaciones preferentes con las que podría incrementar considerablemente su capital, una inversión segura. A Evelio lo de preferente, le sonó bien y siguió el consejo de su amigo. Invirtió todos sus ahorros, unos 70.000 euros. Cuando al poco tiempo estalló el escándalo, Evelio no podía dar crédito a lo que le estaba pasado. El mundo se le vino encima y volvió a sufrir otro gran shock. Los síntomas fueron más o menos los mismos que cuando lo de su novia. Pero esta vez la cosa parece más grave, pues va a hacer dos años de su recaída y no muestra síntoma alguno de mejoría. Se le ve totalmente destrozado y deambulando por el barrio como un alma en pena. A su amigo Borja lo trasladaron a otra sucursal, pero sigue conduciendo su Audi todoterreno y acaba de dejar a su mujer, con la que tiene tres hijos, para instalarse en un ático de la zona vieja con una joven de origen colombiano 20 años más joven que él. Esta mañana me encontré a Evelio, estaba parado delante de un enorme peluche que hay a la entrada de una tienda de chuches. Lo saludé con todo el afecto que cabe en las palabras “¡adiós, Evelio!” Él se volvió con su expresión triste, me devolvió el saludo, -¡puta!- y continuó calle abajo.

100. Parlamento de Galicia

Los parlamentos son los templos de la democracia por excelencia. En sus salones de plenos se discuten y se aprueban las leyes que han de garantizar nuestras libertades, nuestro bienestar y nuestra convivencia en paz e igualdad. Mas últimamente soplan malos vientos y, al igual que sucede en Madrid, las leyes que se debaten (es un decir) y se aprueban en este edificio en vez de garantizar nuestras libertades, nuestro bienestar y nuestra convivencia en paz e igualdad, parece que lo que buscan es todo lo contrario. De ahí que delante de este templo de la democracia un día sí y otro también merodeen todo tipo de colectivos manifestando airadamente su indignación por los recortes que se vienen aplicando en la enseñanza, en la investigación, en la seguridad social; o por dar cobertura legal a las estafas de las cajas de ahorros, a los defraudadores fiscales y a los atracos a los funcionarios. Menos mal que cuando se remodeló este antiguo cuartel miliar para convertirlo en parlamento, allá por los años 80, los gobernantes de entonces obraron con espíritu previsor e hicieron rodear el complejo de esta empalizada de bayonetas gigantes, todo un alarde estético, disuasorio y protector que permite a nuestros actuales políticos discutir (es otro decir) y aprobar nuevos recortes con la tranquilidad, paz y sosiego necesarios.

lunes, 3 de septiembre de 2012

99. Gaviotas

Con marea baja la playa de Razo, en Carballo (A Coruña), ofrece la posibilidad de dar largos paseos sobre una arena fina, firme y húmeda. Paseos que son una auténtica terapia tanto para el cuerpo como para el espíritu. Este verano, todas las mañanas, a mitad de trayecto, me encontraba con una bandada de gaviotas apostadas en la arena que parecían mirar confundidas y resignadas al horizonte, como un batallón de soldados olvidados en territorio enemigo que espera ser rescatado por un buque anfibio. A mi paso algunas gaviotas echaban a volar asustadas, pero su vuelo era corto. Se las veía pesadas, cansadas, desentrenadas: levantaban el vuelo alborotadas, pero a los pocos metros volvían a posarse sobre la arena y recuperaban la actitud inicial. En cierto modo me recordaban a nuestros políticos mirando hipnotizados y confundidos los índices bursátiles y económicos, pues, al igual que las gaviotas, los políticos también levantan un poco el vuelo cada vez que algún agente europeo provoca que la bolsa suba unas décimas o la prima de riesgo descienda unos puntos. Pero los suyos son también vuelos cortos, pues un comentario de la canciller alemana, Angela Merkel, o del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, frustra cualquier conato de euforia y devuelve los índices económicos a sus niveles iniciales. Y tanto las gaviotas como los políticos semejan no albergar otra  esperanza que la de ser rescatados, ya que por sí mismos se les ve incapaces de levantar el vuelo de manera definitiva.

98. Retórica

No sabría decir cuántas veces habré pasado delante de este rótulo situado a la entrada de un edificio del casco histórico de Santiago de Compostela. Aún así, me sigue sorprendiendo ese adjetivo epíteto. Es más, incluso diría que me inspira desconfianza, por lo que tiene de hueco, redundante y retórico. Quizás por eso nunca he sentido la tentación de entrar en esa biblioteca. De la misma manera que tampoco sentiría curiosidad por entrar en un “gimnasio de saludables ejercicios”, ni acudiría a un “bufete de honrados abogados”, ni comería en un “restaurante de sabrosa comida”; y evitaría una “farmacia de curativas medicinas” o una “academia de provechosos estudios”. Por la misma razón recelo también de los créditos amortizables en “cómodos plazos” o de los gobiernos que proceden por “reales decretos”.

jueves, 26 de julio de 2012

97. Fiebre del oro

De un tiempo a esta parte están proliferando los anuncios de empresas que compran oro. Como buitres carroñeros, los anunciantes acechan a esos miles de españoles que han perdido el trabajo, agotado las ayudas por desempleo, gastado sus escasos ahorros y a los que como última solución desesperada sólo les queda vender sus anillos, pulseras, cadenas y pendientes. En muchos casos esos anillos y pulseras son regalos y recuerdos de seres queridos cuyo valor sentimental ningún tratante de oro le va remunerar. Más bien al contrario, intentará bajar el precio todo lo que pueda y no pocas veces con una báscula trucada de por medio, pues negociar con gente desesperada es una actividad muy sencilla, placentera y gratificadora para cualquier usurero. Y afortunados aquellos que tienen unos gramos de oro para vender y pueden aliviar un par semanas su agonía económica desprendiéndose de esos objetos que guardaban con mucho celo, “por si un día hiciese falta”. Ese día ha llegado y los especuladores de todo tipo lo saben y por eso se lanzan a la caza del oro presos de una fiebre similar a la que padecieron los aventureros y buscadores de fortuna del siglo XIX que se precipitaron como un tsunami a la conquista de las Montañas Rocosas. Y uno se pregunta, ¿cuando se hayan hecho con todo el oro, qué querrán comprarnos? ¿sangre? ¿riñones? ¿corazones?
De la señal de tráfico se podría pensar que ha aparecido ahí por un casual, como quien sin pretenderlo acaba en una fiesta a la que no ha sido invitado. Mas no es ese el caso, no. La señal se ha plantado delante del cartel amarillo con toda la intención del mundo y con todo su rigor implacable y autoritario para recordarnos que ahora nos toca vivir una época de prohibición y expolio.

96. Austeridad

Él pensaba que se podía tener el control sobre todo lo que sucede alrededor de uno y siempre creyó llevar bien sujetas y seguras las riendas de su vida. Además, estaba convencido de poseer un don que le permitía saber elegir siempre lo que más le convenía, a él y a los suyos. Y esto lo sentía él así desde una edad muy temprana, quizás desde aquella tarde en que su padre lo llevó por primera vez al parque y le compró un helado. La heladera lo miró risueña por encima del mostrador y le preguntó de qué sabor quería el polo, si de naranja o de limón. Él se tomó su tiempo antes de decidirse y al final optó por el polo de limón. Luego, según fueron pasando los años, se le fueron presentando otras disyuntivas y él siguió eligiendo con mucho criterio: en el instituto eligió letras, en la facultad prefirió derecho a la filosofía, de sus novias prefirió a la rubia, la boda por la iglesia, el coche con motor diésel, el piso en una urbanización, la hipoteca a treinta años. Era un tipo con suerte, pues su primer retoño fue un varón y el segundo una niña, tal como él deseaba; el colegio de los niños lo prefirió concertado, en política optó siempre por el partido conservador y la suegra la quiso tener en casa, en vez de enviarla al geriátrico. Nunca dudaba de sus decisiones, “la fortuna sonríe a los decididos” – solía decir con frecuencia. Y sus amigos también lo creían así, pues en una ocasión le tocaron 6.000 € en la lotería de Navidad y la única vez que fue al Santiago Bernabéu le cayó del cielo un balón pateado por Fernando Hierro, su gran ídolo futbolístico. Mas de golpe un día las cosas empezaron a cambiar, ni él mismo sabría decir cuándo, si antes o después del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. El alzheimer le hizo mudar de opinión con respecto a su suegra. Su hija, de 17 años, tuvo un embarazo no deseado y, para más inri, le diagnosticaron una malformación en el feto. Justo un mes antes había entrado en vigor la nueva ley del aborto y para costear el viaje a Londres se vio obligado a pedir un crédito personal. Su mujer se largó con un tipo, un promotor inmobiliario implicado en varios casos de corrupción. El hijo volvió a las andadas con las drogas. Su empresa anunció nuevos despidos y él estaba en la lista. En los telediarios se veía a los ministros correteando como pollos sin cabeza por los pasillos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo y a la vuelta volvían a anunciar más recortes. En aquellos días “austeridad” era la consigna para todo y las esperas para ser atendido en el Hospital Clínico duraban meses. Ya ni recordaba cuándo habían empezado sus dolores de espalda. Después de las segundas pruebas médicas que le practicaron ya quedó ingresado. Los dolores fueron arreciando, pero como las nuevas leyes prohibían los cuidados paliativos él tuvo que abandonar este mundo después de una larga y dolorosa agonía. Sus hijos no pudieron asistir al funeral, el chico cumplía condena en Tailandia y la niña vivía con un tipo en Sarajevo y apenas tenía contacto con su padre. Su mujer no hubiera asistido al funeral aun en el caso de que alguien la hubiera avisado. Su compañía de seguros había sido intervenida unas semanas antes de él pasar a mejor vida y ahora su póliza de decesos no cubría una simple lápida donde colocar su nombre. Pero antes de dejarnos, cuando estaba postrado en una desvencijada y maloliente cama de hospital público y los dolores todavía eran soportables, en más de una ocasión recordó aquella tarde de verano en el parque preguntándose qué habría sido de su vida si en vez del polo de limón hubiera elegido el de naranja.

lunes, 23 de julio de 2012

95. Verdor ceñido

Para aquellos que no lo conozcan, la letra de las dos primeras estrofas del himno de Galicia reza así:

Qué din os rumorosos / na costa verdecente / ao raio transparente / do prácido luar? / Qué din as altas copas / de escuro arume arpado / co seu ben compasado / monótono fungar? / Do teu verdor cinguido / e de benignos astros / confín dos verdes castros / e valeroso chan, / non des a esquecemento / da inxuria o rudo encono; / desperta do teu sono / fogar de Breogán.

Que traducido al castellano viene a significar:

¿Qué dicen los rumorosos / en la costa verdescente / al rayo transparente / de la plácida luz de la luna? / ¿Qué dicen las altas copas / de la oscura pinocha arpada / con su bien compasado / y monótono cimbrear? / De tu verdor ceñido / y de los benignos astros, / confin de los verdes castros / y tierra valerosa. / Nunca te olvides / de la injuria y el rudo encono; / despierta de tu sueño, / hogar de Breogán.

La fotografía fue disparada no muy lejos del lugar donde Eduardo Pondal se inspiró para rimar sus célebres versos a los que luego Pascual Veiga pondría música.

viernes, 20 de julio de 2012

94. Abre los ojos

Esta calle de Santiago sin coches recuerda un poco a alguna escena de la película Abre los ojos, del director Alejandro Amenábar, cuyo desafortunado remake americano se comercializó con el título Vanilla Sky. En la película de Amenábar, las despobladas calles de Madrid eran una quimera, imágenes fruto de las pesadillas del protagonista. Mas en la fotografía no se trata de ningún sueño, sino de la pura realidad, pues la ausencia de coches se debe a que la mayoría de los santiagueses, al igual que la mayoría de granadinos, turolenses, ovetenses, sevillanos, gerundenses, alicantinos, estaban manifestando su indignación ante la crítica situación económica de España, cuyos ineptos gobernantes no hacen sino empeorar. Y esta mañana, para mi sorpresa, he comprobado que algunos diarios afines al partido en el poder apenas se hacen eco de lo que sucedió anoche en todo el territorio español, en un vano intento de dar a entender que fueron sólo unos cuantos los que salieron a la calle a protestar contra la política del gobierno del PP. Alguno de esos diarios seguro que sabría utilizar esta imagen para demostrar con un documento gráfcio la escasa participación de la protesta en la capital gallega, ocultando que buena parte de las personas que aparecen en la fotografía en realidad se dirigían a la concurridísima manifestación. Bien harían en abrir los ojos (y los oídos) nuestro presidente y sus ministros, para así mejor ver (y escuchar) lo que está pasando en la calle. A ver si así se dan cuenta de una vez que en esta crisis (como casi siempre pasa en España) están pagando justos por pecadores. Pero ya se sabe que no hay peor ceguera que no querer ver.

viernes, 13 de julio de 2012

93. Tiempo al tiempo

Cuando el mundo esté del revés, al contrario de como es ahora. Cuando arriba sea abajo; lo caliente sea frío; lo malo, bueno; la salud, insufrible y la enfermedad, fuente de felicidad. Cuando la claridad sea opaca y la oscuridad trasparente; cuando lo lógico sea ilógico; cuando sean sinceros los políticos y los banqueros decentes; cuando los adultos sean inocentes y los niños malvados; cuando el agua no moje y el fuego no queme; cuando tres más cuatro sumen cinco y no siete; cuando las mujeres se toquen las pelotas y los hombres las tetas; aún entonces algunas cosas nos seguirán pareciendo extrañas y nos resultarán sorprendentes, sino tiempo al tiempo.

miércoles, 11 de julio de 2012

92. Círculo mágico

En una de estas perchas, para más señas la que hace la número nueve si empezamos a contar por la izquierda, un frío día de noviembre del año 2009 colgó su abrigo de marca un saxofonista italiano que unos años antes había accedido a tocar con una conocida banda de blues en un concierto medio improvisado en un pub de Dublín. Aquella misma noche, ya cerca del amanecer, sobre el hombro izquierdo de ese mismo abrigo lloró sus penas desconsoladamente la esposa de un arquitecto extremadamente perfeccionista, inseguro y con tendencias suicidas. Antes de conocer al arquitecto, cuando era todavía una alegre y divertida universitaria, aquella mujer había conocido a un joven y prometedor abogado que ya por aquel entonces destacaba en los tribunales por su elocuencia y sagacidad, y en la cama por sus inclinaciones sadomasoquistas. Este abogado pasados los años llegaría a ser ministro de justicia de un conservador gobierno británico y en una ocasión, con motivo de un viaje oficial a Nueva York, le cedió el paso a una elegante dama a la entrada del ascensor de un lujoso hotel de la ciudad de los rascacielos. La dama, que poseía una mirada capaz de desarmar al más osado galán y esa noche lucía un escote que desprendía un irresistible olor a Chanel Nº 5, apenas reparó en el ministro, pues acudía con retraso a un encuentro secreto con un piloto de Aerolíneas Argentinas que se llamaba Renato. Un piloto que en la primavera del 2012, en un viaje realizado a Galicia para conocer a sus antepasados por parte de madre, se hospedó en el mismo hotel de Santiago de Compostela que tres años atrás había acogido al saxofonista italiano. A la hora de la cena, cuando Renato fue a colgar su gabardina, vaciló unas fracciones de segundo entre dos perchas, a saber, las que hacen los números ocho y nueve, mas acabó colgando su prenda en esta última, cerrando de ese modo un círculo mágico. De haber elegido la otra percha, no hubiera sido lo mismo, pues no se hubiera cerrado el círculo y, lo que es peor, no tendría sentido alguno contar esta historia.

martes, 3 de julio de 2012

91. Viviendas sociales

Tan bien camufladas e integradas en el paisaje como la residencia oficial del Presidente de la Xunta de Galicia están estas viviendas sociales, a escasos 200 metros de la plaza del Obradoiro, centro geométrico del universo compostelano. Estas viviendas, que acogen a personas sin hogar, están situadas bajo una cornisa lateral de la dársena de autobuses, puerta de entrada de buena parte de los turistas que visitan la ciudad del Apóstol (más de un turista confundirá a estas personas sin hogar con peregrinos descansando de su viaje antes de entrar en la catedral para cumplir con los santos rituales). Las viviendas están orientadas a poniente y desde su balconada los sin techo pueden disfrutar de unas vistas espectaculares cuando el sol se pone detrás de la casa del Presidente y del monte Pedroso. Y, al igual que sucede con aquélla, también esta construcción tiene un cierto aire militar, pues recuerda un poco a las atalayas de los castillos medievales. Ambas edificaciones se asemejan, pues, a puntos de vigilancia de dos ejércitos enemigos que se espían y vigilan mutuamente. Tan cerca están uno del otro que con unos simples prismáticos de juguete podrían verse las caras y comunicarse por medio de gestos. ¡Figúrense qué gestos!

90. Peces gordos

Esta fotografía bien podría servir como lámina para jugar a ¿dónde está Wally? Aunque en este caso la pregunta sería ¿dónde está el pez gordo? Pero, ojo, que la pregunta tiene trampa (y muy mala leche). Si usted responde: “en la valla, ligeramente a la derecha” habrá errado, pues el pez gordo no es ese, sino el que vive en el edificio del fondo, situado en lo alto de la colina y perfectamente integrado en el paisaje. Desde un punto de vista arquitectónico el edificio me parece muy interesante, sobre todo por lo bien mimetizado que está con su entorno, sin estridencias, ni contrastes, ni concesiones al feísmo arquitectónico y paisajístico tan frecuente en Galicia. Pero tratándose de la residencia oficial del Presidente de la Xunta de Galicia cuando menos resulta chocante que la edificación posea tantas similitudes con algunas fortificaciones militares, pues tiene aspecto de búnker, camuflado en el paisaje para vigilar y dominar un área estratégica, en este caso la capital gallega. Orientado a levante, desde sus troneras se puede controlar visualmente todo lo que pasa en la ciudad, sin llamar la atención, ni levantar sospechas; sin ser vistos, ni oídos; sin tener que dar explicaciones... Una forma de hacer política muy en boga en España últimamente, dicho se de paso.

lunes, 2 de julio de 2012

89. Espíritu de la paz

Este comienzo de verano Santiago, sin ser Año Santo Jubilar ni nada - o quizás por eso -,  está siendo visitado por personajes ilustres. Si hace un par de semanas Hemingway se dejó caer por la capital gallega, hace unos días fue Gandhi quien nos honró con su visita. Me lo encontré en la plaza de la Azabachería, delante del convento de San Martín Pinario. A las personas que se acercaban a saludarle el profeta de la paz les regalaba un papelito enrollado, como un minúsculo papiro, que contenía alguna de sus célebres reflexiones o aforismos. A mi me tocó aquella que reza “no hay camino para la paz, la paz es el camino”. Y así, imbuido por el espíritu del sabio y líder hindú, seguí mi camino hasta encontrar la paz en un pequeño local de la zona vieja de Santiago, sentado junto a una ventana que daba a una soleada calle peatonal y saboreando un café cortado. Mas, como lo bueno suele ser breve, también mi paz duró poco. Se esfumó cuando la vieja de la mesa de al lado se puso en pie, sacó un cortaúñas tamaño XXL del bolso y se puso a reducir el tamaño de sus uñas haciendo saltar los excedentes ungueales en todas direcciones como quien lanza confetis al aire. Agarré raudo El País que había encima de la mesa para usarlo a modo de parapeto y evitar así que algún trozo de señora acabase dentro de mi taza. Abrí el periódico al azar: en una fotografía de la página 17 unos policías antidisturbios amenazaban con porras a un matrimonio con cuatro hijos pequeños que se resistían a ser desahuciados y en la 18 un juez acusado de malversación de fondos públicos afirmaba que los gastos que él había cargado al erario público (varias decenas de miles de euros en viajes de placer junto a su amante) eran una cantidad mísera e insignificante. Las noticias y el ruidito del cortaúñas me estaban poniendo de los nervios, por lo que intenté pensar en la figura de Gandhi para no caer en la tentación de arrearle con el periódico en las manos a la vieja, pero mi memoria sólo me ofrecía imágenes del Che Guevara. Mas no piensen mal, la herida que tengo en el antebrazo, aunque lo parece, no ha sido producida por un cortaúñas. 

domingo, 17 de junio de 2012

88. Fiesta

Coincidí con Ernest Hemingway en una fiesta en un bar de la zona monumental de Santiago de Compostela. Pero no en una fiesta taurina, como cabría esperar conociendo la afición a los toros del insigne escritor estadounidense, sino en una fiesta de goles, con ocasión del partido de fútbol España-Irlanda (4-0) de la Eurocopa 2012. Tengo que reconocer que en un primer momento tuve mis dudas acerca de su identidad, pero cuando le invité a tomar algo y él optó por un chupito de orujo ya no tuve duda alguna de que se trataba del autor de Fiesta, Por quién doblan las campanas o El viejo y el mar. Resultó ser una persona muy afable, tranquila y accesible, que incluso accedió a dejarse fotografiar bajo la placa que recuerda sus estancias en el hoy desaparecido Hotel Suizo de la compostelana rúa del Cardenal Payá. Los vínculos que Hemingway tiene con España son harto conocidos y no sé si Compostela, por donde anduvo algunos veranos entre los años 1921 y 1936, dejó en él una huella tan profunda como Pamplona o Madrid, pero algo sí debió marcarle la ciudad del Apóstol y su entorno cuando decidió volver sobre sus pasos después de tanto tiempo. En esta visita le acompañaba su pareja, una señora encantadora y entrañable, que hacía las veces de secretaria del premio Nobel, pues en ningún momento dejó de tomar notas en su diario de viaje. Una señora encantadora y agradecida que, como recuerdo de nuestro breve y fugaz encuentro, quiso agasajarme con unos pendientes que ella misma diseña y fabrica. Cuando nos despedimos me comentaron que al día siguiente continuaban viaje al norte, a Hamburgo, para más señas, donde tenían intención de asistir a algún partido del FC St. Pauli, evento que, según ellos, podía resultar tan extraordinario y emocionante como un encierro de los San Fermines en Pamplona.