martes, 25 de junio de 2013

167. Mensajes

Hace tiempo, cuando aún bajaba a la playa en bicicleta, lancé al mar un mensaje en una botella. Casi lo había olvidado, pero esta mañana paseando por la orilla me la encontré tirada en la arena. Según me pareció entender en el ruido de las olas, el océano me la devolvía porque no encontró al destinatario. Y uno, que es tan ingenuo, todos estos años esperando una respuesta. 

viernes, 14 de junio de 2013

166. Revuelo en Santiago

En sólo dos años de gobierno la corporación municipal del ayuntamiento de Santiago de Compostela ha visto como varios de sus ediles han sido imputados en distintos procesos judiciales, alguno de ellos incluso en libertad bajo fianza. El concejal de obras lo ha sido por falsificar facturas, al de deportes la fiscalía lo acusa de tráfico de influencias, cohecho y falsedad documental. De las imputaciones por corrupción no se libra ni el propio alcalde. Un alcalde que en principio no estaba llamado a presidir la corporación municipal, pero que accedió a ese cargo a los pocos meses de celebrarse las elecciones en sustitución del número uno, quien tuvo que dimitir acusado por la fiscalía de defraudar a Hacienda. Otro aspirante a ocupar una concejalía ni siquiera llegó a figurar en las listas, pues antes de las elecciones fue sorprendido a las tantas de la madrugada mientras echaba una cabezadita al volante de su coche, parado y con el motor encendido, delante de un semáforo. Es que las campañas electorales pueden resultar vedaderamente agotadoras (y los efectos del alcohol imprevisibles). Todo lo que está pasando quizás se deba a que el partido ahora en el poder se ha tirado demasiados años en la oposición y eso genera mucha ansiedad. Y ya se sabe que la ansiedad nunca es buena, y menos en política. La gente de Santiago, incluso la que los ha votado, está que trina, pero en este país la justicia es lenta, exasperantemente lenta. - ¿Y qué tiene que ver todo lo que estoy contando con la fotografía? - Mucho, pues hace unos días se produjo un pequeño revuelo delante del ayuntamiento y fuimos muchos los que nos apresuramos a ver qué pasaba. Al principio pensé que las fuerzas del orden intergaláctico habían aterrizado en la plaza del Obradoiro para desalojar la casa consistorial y hacer un poco de limpieza, pero nada más lejos de la realidad: eran fans de la saga de La Guerra de las Galaxias celebrando no sé qué aniversario. - ¿O serían policías nacionales disfrazados ensayando para el gran día?

165. Tendencias

     Desde hace algunos años se está extendiendo por las ciudades de medio mundo una moda que consiste en colocar una figura de bronce a tamaño natural de un personaje célebre vinculado con el lugar. Y como Santiago tampoco es inmune a las modas y tendencias, pues también ha ido distribuyendo por su geografía urbana a sus famosos de bronce. Uno de ellos es el escritor Ramón María del Valle-Inclán, sentado en un banco del paseo de la Alameda desde el que se tiene una de las mejores vistas a la catedral.
     Este genial literato, a parte de por su portentoso dominio del idioma español de ambos lados del Atlántico y por su excelente obra literaria, también destacó por su fuerte carácter, por su fina ironía y por su forma directa y clara de decir las cosas, sin preocuparse nunca de si lo que decía gustaba o no al interlocutor de turno.
     Dos de las cosas que más detestaba Valle-Inclán eran la injusticia y la mediocridad, y tanto era así que con ocasión de una intervención quirúrgica a la que tuvo que someterse rechazó el ofrecimiento de donarle sangre que le hizo José Echegaray, aduciendo que la sangre del Premio Nobel de Literatura estaba llena de gerundios.
     No sé si la España que le tocó vivir a Valle-Inclán era mejor o peor que la que estamos viviendo nosotros ahora, tampoco sabría decir si los jurados de entonces eran más injustos que los de ahora (son mayoría los que pensaban y piensan que Benito Pérez Galdós era quien tenía que haber recibido el Premio Nobel y no Echegaray) o si los políticos de entonces tenían más talento que los que tenemos hoy día. Me da igual, pues toda comparación es odiosa y, además, cada generación tiene que batallar con las circunstancias y con los políticos que le han tocado en suerte, no queda más remedio. Pero aún así, uno se pregunta: si Valle sospechaba que Echegaray tenía su sangre infestada de gerundios, ¿qué no sospecharía en la sangre de más de un popular columnista político de hoy día? ¿los eufemismos altos, quizás? ¿la mentirina y miserina por las nubes? ¿exceso de ácido áulico? ¿atrofia de la glándula empática? ... Vete tú a saber.

miércoles, 12 de junio de 2013

164. Un rayo de sol


Cuando, a pesar de solsticios y equinoccios, los vientos soplan fríos y no deja de llover, cuando el cielo no puede con las nubes y la falta de luz impide ver las cosas con un mínimo de nitidez, cuando por encima se estropea el calentador del agua, el coche no enciende a la primera, tu jefe carece de empatía, la cuenta corriente está bajo mínimos y las muelas se te caen a pares, ¡cómo se agradece cada rayo de sol que se cuela por la ventana!

163. Placeres cotidianos

Además de otros puntos de interés, como la catedral o las distintas plazas del casco histórico, Santiago de Compostela posee también una red de parques y zonas arboladas que le pondrían los dientes largos a más de un promotor-especulador inmobiliario. Son espacios verdes que cuando luce el sol invitan a los paseantes a disfrutar de placeres sencillos y cotidianos como sentarse en un banco a la sombra de los árboles, fotografiar a nuestras dos Lilis Marleen particulares o gozar de una siesta a pierna suelta sobre un césped blando y mullido. Uno incluso diría que los empleados municipales compostelanos han tenido a bien señalizar de manera clara y visible los mejores puntos de sesteo de la ciudad.

162. Escuela de árboles

En alemán ‘vivero de árboles’ se denomina Baumschule (escuela de árboles) y viendo esta imagen resulta muy fácil imaginar el proceso mental que está en el origen de ese vocablo. Si no, fíjense con qué vocación, dedicación y paciencia el maestro se aplica en sus tareas docentes y con qué atención, interés y ganas de aprender escuchan los alumnos las enseñanzas del viejo profesor. Por suerte en España no tenemos escuelas de árboles, que si no nuestro ministro Wert (valor, valía, interés, en alemán) muy probablemente las utilizaría para formar maderos o para españolizar roures, faias y altzifre (*).

(*) robles, hayas y cipreses, en catalán, gallego y euskera respectivamente