sábado, 22 de febrero de 2014

195. Catedrales de mentira

Días atrás, paseando por la ciudad vieja me paré en la plaza del Obradoiro a contemplar la fachada de la catedral, cuando a mi lado una niña de unos siete u ocho años le preguntó a su progenitor: - “Papá, ¿qué están haciendo ahí?, ¿una catedral de mentira? Yo me volví discretamente y, en un primer momento, no pude reprimir una sonrisa ante aquella muestra de pueril ingenuidad, pero acto seguido sentí un escalofrío recorrerme toda la espalda. ¿Y si la niña estuviese en lo cierto? ¿Si realmente estuviesen montando una fachada de cartón piedra, para luego desmontar la de verdad y venderla a al mejor postor? En Sanidad,  Educación y Justicia lo están haciendo (o ya lo han hecho) ¿Qué les impide hacer lo mismo con el patrimonio cultural? En este país todo es posible; no hace muchos años el gobierno regional sopesó la idea de construir en el Monte del Gozo (el topónimo les venía como anillo al dedo) un parque temático del Camino de Santiago, una especie de Disneyworld jacobeo para atraer turistas a la capital de Galicia. 

194. Dudas

Pasan los años y sigo sin saber qué decir al dar un pésame, cuándo un relato breve es demasiado largo, cuánto gel necesito realmente para enjabonarme en la ducha, cuándo es el momento de abrir el paraguas en días de lluvia fina, cuándo dejar de tomar cerveza en los bares donde pinchan blues, cuándo abandonar un proyecto que nunca acaba de realizarse o, lo que es peor, cuándo dejar de quitar hojas pelando una alcachofa.

viernes, 14 de febrero de 2014

193. Oscilaciones

Unas veces los recuerdos asomaban cargados de nostalgia, otras veces, en cambio, estaban impregnados de rencor. Los sentimientos oscilaban como un péndulo de un extremo a otro, en ocasiones varias veces al día. Y lo que más miedo le daba no eran esas oscilaciones, esos cambios bruscos en su estado de ánimo, sino la posibilidad de que un día ese péndulo dejase de oscilar y se detuviese para siempre. Pues sabía que cualquiera que fuese la posición final del péndulo la situación acabaría resultando angustiosa.

miércoles, 12 de febrero de 2014

192. Negra sombra

La pancarta cuelga de la fachada de la facultad de filosofía de la Universidad de Santiago de Compostela (mejor dicho colgaba, pues las tempestades que azotan Galicia últimamente arrasan con todo –y no me refiero únicamente a los políticos-). Se trata de una original consigna que en gallego hace un juego de palabras con el sustantivo loito (luto) y la primera persona singular del presente de indicativo del verbo loitar (luchar), y que puede leerse como “luto por la ciencia” o también “lucho por la ciencia”. La pancarta trata de poner de manifiesto que los estudiantes de esta especialidad (entre otras) están movilizados para plantar cara a la ley que el gobierno español tiene la intención de imponer (y la necesaria mayoría parlamentaria para conseguirlo). Una ley a todas luces ideológica en la que los estudios de filosofía posiblemente sean los que peor parados saldrán, pues con la llamada Ley Wert el estudio de la Historia de España y de Religión ganan peso en los planes de estudio en detrimento de la Filosofía, la Ética y otras asignaturas afines. Y es que en su intento de perpetuarse por lo menos cuarenta años más en el poder, lo que menos le interesa al partido ahora en el gobierno son ciudadanos con capacidad crítica, personas que piensen por sí mismas y de manera distinta, pues sabido es que resulta más fácil manejar y manipular a ciudadanos que se mueven por instintos básicos, intereses económicos, dogmas y consignas de líderes espirituales que a personas que tienen por costumbre (adquirida en buena medida en colegios y universidades públicas) pensar, cuestionar, analizar, relativizar, aunque sólo sea un poquito.
En la facultad de filosofía uno se puede encontrar un día sí y otro también con estudiantes reunidos en asamblea discutiendo propuestas, iniciativas y estrategias con mucha pasión, convicción y entusiasmo. Por un lado, su ilusionante rebeldía e inconformismo son admirables, pero al mismo tiempo imaginar el futuro que les aguarda, y que para nada se merecen, provoca también mucha rabia y tristeza. Un futuro, además, que apenas deja margen de maniobra, pues ya está ahí, como una negra sombra, con toda su injusticia, con toda su inmisericordia y con toda su estulticia.

viernes, 7 de febrero de 2014

191. Lectura

Cuentan que el director de cine Luchino Visconti solía ser muy meticuloso y pefeccionista, y que cuando ordenaba montar un escenario quería que los decorados fuesen lo más reales posible y exigía que, por ejemplo, las maletas contuviesen prendas y objetos personales o que los armarios guardasen ropa colgada o doblada en su interior, aunque luego en las escenas tanto la maleta como el armario nunca llegasen a abrirse. En cualquier acto creativo esa minuciosidad casi siempre es una virtud, pero con frecuencia uno se olvida de (o no sabe) cultivarla. Por eso es de agradecer que de cuando en cuando nos recuerden cuál es el camino a seguir. En este caso ha sido Paula, una preciosa niña de 6 años, quien me aleccionó, leyendo con muy buena dicción y cadencia poesías de Neruda mientras yo fotografiaba sus manos y las de su abuelo. Y al mismo tiempo también me enseñó que las voces, los sonidos o los silencios también pueden ser “objetos” fotografiables - y que la lectura, incluso de forma indirecta, es un acto muy vivo y muy hermoso.