martes, 22 de marzo de 2016

284. Peligros


Cruzar un paso de cebra siempre entraña un cierto peligro, pero hacerlo detrás (a tres o cuatro pasos) de una chica en minifalda conlleva el riesgo de que te atropelle un conductor distraído (mejor dicho, entretenido) en la anatomía de la joven. Esta mañana mismo casi me llevo por delante a un corredor de seguros. ¡Qué suerte he (mejor dicho, ha) tenido!

miércoles, 9 de marzo de 2016

283. Figuras geométricas

Mario Benedetti nos puso sobre aviso de que desconfiásemos de tres figuras geométricas, a saber, los triángulos amorosos, los círculos viciosos y las cabezas cuadradas, pero luego, va uno, se encuentra con esto y ¿qué hace?

martes, 8 de marzo de 2016

282. Ocho de marzo

Por todas las mujeres trabajadoras, especialmente por aquellas que se dejaron (y se dejan) la salud y los mejores años de sus vidas en sacar una familia adelante, criando y alimentando a unos hijos (con frecuencia, también a un marido torpe) o cuidando de un familiar enfermo, y que, en jornadas de 24 horas realizaron (y realizan) tareas mal remuneradas en el trabajo y nunca suficientemente valoradas en casa.

lunes, 7 de marzo de 2016

281. Only a dream


Bien dormido, desayunado y duchado me subo al coche –empieza un nuevo día-, el portal del garaje se alza como el telón de un teatro y el sol luce estupendo en un cielo azul intenso. El tráfico es fluido, casi todos los semáforos se ponen en verde a mi paso, llego al campus y estaciono el coche enseguida, muy cerca del gingko biloba. Subo la suave cuesta que me lleva a la zona vieja de la ciudad con paso animoso y seguro, parapetado tras mis gafas de sol y los auriculares de mi reproductor MP3. Sopla de cara una leve brisa que me acaricia el alma, me cruzo con una chica sonriente y entra el saxo en Only a dream de Van Morrison, un cachorro de labrador me mira como si fuese su mejor amigo, me viene una idea para un posible haiku... En momentos así creo que puedo comerme el mundo y puedo llegar a sentirme invencible –inmortal, casi-. Lo sé, todo es una pura fantasía –una pueril fantasía, diría-. Y, en cualquier caso, una fantasía pasajera y poco duradera. Pero, qué coño, lo bien que me siento cuando experimento tal subidón de entusiasmo es algo que no tiene precio. 
Estos días el tiempo no acompaña, las mañanas amanecen grises, con lluvia y viento frío, hay retenciones en la rotonda, mi MP3 se gripa y el paraguas, un auténtico incordio, me impide ver perros y sonrisas, tampoco consigo comprimir mis sensaciones en diecisiete sílabas y, además, están todos esos ruidos. Pero mi terapeuta me dice que ya falta poco para la primavera.


280. Domingo

El de ayer fue uno de esos domingos en los que no apetece nada salir de casa. Desayuné tarde y con calma, puse una lavadora, le di un repaso al baño a ritmo de Luis Armstrong, empecé una nueva novela de Jean Echenoz y almorcé un bocadillo en el sofá mientras leía varios artículos de prensa atrasados. Después de la siesta intenté poner un poco de orden en las estanterías de libros y cayó en mis manos uno de mis diarios de peregrino, el de 1993. Lo hojeé durante un rato, deteniéndome a mirar los dibujos y a leer algunas frases subrayadas. Me emocionó especialmente una que decía: “Cuando llegas a Santiago, algunas ideas peregrinas se han convertido en sólidos principios”.