miércoles, 12 de febrero de 2014

192. Negra sombra

La pancarta cuelga de la fachada de la facultad de filosofía de la Universidad de Santiago de Compostela (mejor dicho colgaba, pues las tempestades que azotan Galicia últimamente arrasan con todo –y no me refiero únicamente a los políticos-). Se trata de una original consigna que en gallego hace un juego de palabras con el sustantivo loito (luto) y la primera persona singular del presente de indicativo del verbo loitar (luchar), y que puede leerse como “luto por la ciencia” o también “lucho por la ciencia”. La pancarta trata de poner de manifiesto que los estudiantes de esta especialidad (entre otras) están movilizados para plantar cara a la ley que el gobierno español tiene la intención de imponer (y la necesaria mayoría parlamentaria para conseguirlo). Una ley a todas luces ideológica en la que los estudios de filosofía posiblemente sean los que peor parados saldrán, pues con la llamada Ley Wert el estudio de la Historia de España y de Religión ganan peso en los planes de estudio en detrimento de la Filosofía, la Ética y otras asignaturas afines. Y es que en su intento de perpetuarse por lo menos cuarenta años más en el poder, lo que menos le interesa al partido ahora en el gobierno son ciudadanos con capacidad crítica, personas que piensen por sí mismas y de manera distinta, pues sabido es que resulta más fácil manejar y manipular a ciudadanos que se mueven por instintos básicos, intereses económicos, dogmas y consignas de líderes espirituales que a personas que tienen por costumbre (adquirida en buena medida en colegios y universidades públicas) pensar, cuestionar, analizar, relativizar, aunque sólo sea un poquito.
En la facultad de filosofía uno se puede encontrar un día sí y otro también con estudiantes reunidos en asamblea discutiendo propuestas, iniciativas y estrategias con mucha pasión, convicción y entusiasmo. Por un lado, su ilusionante rebeldía e inconformismo son admirables, pero al mismo tiempo imaginar el futuro que les aguarda, y que para nada se merecen, provoca también mucha rabia y tristeza. Un futuro, además, que apenas deja margen de maniobra, pues ya está ahí, como una negra sombra, con toda su injusticia, con toda su inmisericordia y con toda su estulticia.

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