jueves, 16 de febrero de 2012

74. Fotografía interactiva III

Si uno supiera qué es lo que sujeta esta sombra en la mano –si un caballito de mar o de troya, si un patito feo o gallardo, si una ardilla hacendosa o remolona, si un elefantito albino o de colores-. Si uno supiera por qué lo hace –si por ornar la ventana, por matar el rato o por un súbito impulso-. Si uno supiera de qué color tiene el cabello –si rubio alazán, caoba intenso o moreno azabache-, los ojos –quizás jade profundo, ámbar veteado o gris celestial-, o las uñas –tal vez rojo pasión, verde ecológico o morado gótico-. Si uno supiera cuál es su nombre –Alma, Alba o acaso Alicia-; qué música le gusta –gospel, copla o country-punk- o qué perfume se pone –azahar, lavanda o agua de rosas-. Si uno supiera todo eso y más, esta imagen carecería totalmente de misterio y, por ende, también de encanto.

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