miércoles, 18 de mayo de 2011

41. Siesta nacional

Hace unos días tuve una pesadilla. Soñé que era verano, fumaba un puro, me servía otra copa de anís y leía las críticas taurinas, que más o menos rezaban así:

Segunda corrida de feria. Lleno. Seis toreros de la camarilla de Currito el Pendenciero, correctos de presentación, descastados y nobles; algo blandos el segundo y el tercero.
Primero: (blanco y oro) 1,78, moreno, nariz aguileña, adúltero y amante del lujo. Segundo: (blanco y oro) 1,80, moreno, piernas ligeramente encorvadas, patillas de bandolero y mujeriego. Tercero: (grana y plata) 1,69, rubio, orejas de soplillo, ludópata y asiduo de los clubs de carretera. Cuarto: (grana y plata) 1,79, castaño, hombros caídos, rencoroso y alérgico a la penicilina. Quinto: (blanco y oro) 1,86, moreno, mentón salido, unicejo y muy buena gente. Sexto: (oliva y oro) 1,77, castaño, leve cojera en la pierna izquierda, amanerado y altivo.
Verbenero: dos volteretas y descabello (silencio); pisotón y media cornada (aplausos).
Sanguinario: tres pinchazos y descabello (silencio); dos pisotones y doble voltereta (ovación y pañuelos).
Fogoso: revolcón y cornada alta (ovación); voltereta y descabello (pitidos).
Tarde ideal para la práctica del toreo, la banda de música, impecable, ensalzó los mejores envites con compases precisos y virtuosos. Los tendidos llenos de colorido y un público muy crítico y entendido que pidió dos orejas en el tercero y el indulto para el quinto de la tarde, que a la postre fue concedido, siendo devuelto el unicejo a los vestuarios conducido por los miembros de la camarilla de Currito bajo la correspondiente ovación del respetable.


Al despertar lo comenté con mi mujer y ella me recordó que ya me lo había advertido, que lo de echarse la siesta con el televisor encendido no era bueno.

40. Casas encantadas

Hay algunas farolas en la Alameda que durante el día no son visibles y únicamente las podemos ver cuando se pone el sol, y sólo en noches de luna llena. Y es que en realidad non son farolas, sino ventanas de casas encantadas e invisibles. Si nos plantamos delante de una de ellas y miramos a la ventana con detenimiento, más tarde o más temprano comprobaremos que dentro de esa casa invisible hay vida y veremos pasar sombras de seres ocupados en tareas propias de un hogar, como llevar una prenda al armario ropero, coger un libro de la estantería, pasar una escoba al suelo, dar un pellizquito en una nalga a tu pareja o acercarse fugazmente a la ventana para ver que ha sido ese ruido ...
La última vez que me paré delante de una de estas casas encantadas me pareció ver unas sombras con un perfil un tanto peculiar, como si perteneciesen una a un torso masculino muy velludo, cuya cabeza estaba coronada por dos pequeñas protuberancias a la altura de la frente y otra a un cuerpo femenino desnudo y muy estilizado cuya espalda adornaban unas grandes alas de mariposa.