Estamos en plena campaña electoral, ese período durante el cual los políticos salen de su redil, se vuelven alegóricos, metafóricos e hiperactivos, a saber, lo que muchos gustan denominar fiesta de la democracia. Y como en toda fiesta que se precie, también en ésta no faltan gorrones. Gorrones disfrazados para la ocasión de deshacedores de entuertos, gestores de lo ajeno o simples flautistas de Hamelín. Además de fomentar la proliferación de oportunistas y arribistas, las elecciones tienen también algo de mobbing: candidatos vestidos de manera casual y candidatas monas y sonrientes te endosan folletos, chapas y banderitas en la calle o a la salida del trabajo; coches que incumplen todas las normativas de la ITV, tuneados con pegatinas y provistos de potentes megáfonos, recorren las calles contaminando la ciudad con sintonías insufribles, torturando a los viandantes con machaconas consignas políticas. Y desde las vallas publicitarias los candidatos y candidatas nos ponen unos ojitos, que a uno le entran ganas de denunciarlos también por acoso sexual.
En período electoral los candidatos pierden su dignidad y acuden a ferias, mercados, entregas de premios, eventos deportivos y verbenas varias con el fin de conseguir votos a cambio de irradiar un optimismo perecedero mediante sonrisas ortopédicas y promesas que no piensan cumplir. Les fascina ese glamour de barrio y se mueven entre la muchedumbre rodeados de palmeros, saludan a desconocidos con un fuerte apretón de manos mirando a cámara o al escote de una frutera y piden el voto sin ruborizarse, con el mismo descaro y desesperación que un yonqui te pide unas monedas para poder hacerse con su ansiada dosis.
Al final del día, una vez cumplido con las obligaciones laborales y hechos todos los recados, uno se refugia en su hogar, pone la tele o la radio para desconectar un poco de la realidad y, hala, se te llena la casa de gremlins políticos: en los resúmenes de los mítines del día se destacan frases para la polémica y el debate, frases pensadas y repensadas por los estrategas de campaña y asesores políticos. Frases unas veces vacías de contenido, otras simples perogrulladas, pero bien sonantes e ingeniosas, y casi todas falsas o medias verdades. Y uno piensa si no debería ser obligatorio que en campaña electoral los candidatos estuviesen conectados a una especie de monitor-holter-polígrafo que hiciese sonar una alarma o encenderse un piloto cada vez que el candidato de turno dijese una mentira, una barbaridad o mirase el escote de una simpatizante. De ese modo los indecisos muy posiblemente no lo serían tanto y los resultados de las elecciones resultarían menos previsibles.
El país está muy necesitado de profundos cambios y es preciso comprometerse y tomar partido, pero a la vista de los posados televisivos de los candidatos y las comparsas callejeras de las comitivas electorales, es difícil ilusionarse y la desesperación acaba apoderándose hasta del más optimista. Estoy seguro de que a estas elecciones (como a todas) también se presentan personas decentes, sinceras y con madera de políticos, pero el problema es que de un tiempo a esta parte los candidatos les siguen el juego a los trileros mediáticos y al final todos acaban pareciéndose en exceso.
martes, 15 de diciembre de 2015
lunes, 23 de noviembre de 2015
267. Entrañas
Desde que en
Siria la primavera árabe se convirtió en invierno apocalíptico los noticieros
nos vienen suministrando puntualmente imágenes tremebundas, imágenes que le
desgarran a uno las entrañas. Son escenas de bombardeos in situ,
imágenes de refugiados intentando cruzar por mar a Europa o de víctimas de los atentados en París. Tanto unas situaciones como otras son la consecuencia del
mismo problema y cuanto más intenta uno mirar entre tanta entraña, menos entiende lo que
está pasando, menos entiende el problema y menos vislumbra una posible solución rápida
y eficaz. Y esto no nos pasa sólo a los ciudadanos de a pie, sino que les
sucede también a los gobernantes y personas con capacidad para tomar decisiones
de tipo político y/o militar, o eso parece. Y lo más grave de todo ello es que la
inmensa mayoría de las víctimas, como casi siempre sucede en estos casos, son
personas inocentes.
miércoles, 28 de octubre de 2015
266. Souvenir
De cada viaje que hago procuro siempre traer ganas de volver al
lugar visitado (aunque sepa que jamás allí volveré) y un par de fotografías
que merezca la pena, sea cual sea la razón, ver más de una vez.
265. Foto, la foto
Hay mensajes que aun entendiéndolos, y por mucho empeño
que uno ponga en ello, no resulta fácil (ni necesario, quizás) hacerse una
opinión al respecto. Y no digamos, hacer un comentario. Tuvo que ser en un
momento así cuando alguien dijo por primera vez aquello de “una imagen vale más
que mil palabras”.
sábado, 17 de octubre de 2015
264. Viacrucis
Al final va a
resultar que ni unos son tan chapuzas ni los otros tan eficientes. Parece que no
queremos darnos por enterados, pero el mundo está sembrado de apariencias y de
falsas verdades que, dicho sea de paso, en mayor o menor medida todos contribuimos
a extender debido a nuestra patológica debilidad por la mitología.
Muchos mitos se han derrumbado ya, como sucedió con las bondades de las espinacas, con la infalibilidad del Papa o con
la virilidad de los latin lover, y otros mitos seguirán el mismo camino. El viacrucis de Volkswagen creo que no ha hecho más que
empezar.
lunes, 17 de agosto de 2015
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