martes, 26 de febrero de 2013

147. Peinetas

España es el país de las peinetas. Y no me refiero a las que lucen las señoras devotas en el moño durante las procesiones de Semana Santa, sino a esas erecciones del dedo anular que algunos singulares machos españoles experimentan en público. En su día fueron famosas las del exjugador del Real Madrid, Guti -uno de los talentos peor aprovechados del fútbol español-, mas las suyas eran peinetas fruto de rabietas propias de niño consentido y malcriado. Luego vinieron las de otro ex, en este caso jefe de gobierno, que con su mano más progre dedicó una ya clásica peineta a un grupo de estudiantes que le estaba silbando. Mostró su dedo chorizo con el mismo empaque y la misma elegancia que un torero levanta una oreja al tendido mientras da la vuelta al ruedo. Y hace unos días pudimos ver a nuestro corrupto más mediático, -extesorero del Partido Popular, para más señas-, haciendo el mismo gesto a unas personas que lo increpaban en el aeropuerto de Barajas cuando aquel volvía de esquiar en Canadá. Tener una erección de dedo chorizo en público no es un fenómeno exclusivo de la pijería hispana, es más, ni siquiera es algo genuinamente nuestro, sino que se trata de un préstamo cultural proveniente del ámbito cultural anglosajón, pero nuestros pijos han hecho suyo ese símbolo –al igual que hicieron con el dinero de los contribuyentes-. A un servidor, -y no lo digo por patriotismo cultural-, las peinetas siempre me han parecido una moda tan extraña al sentir mediterráneo como lo pueden ser las fiestas de Haloween, cenar a las seis de la tarde o hacerse lavados intestinales. Pero, qué le vamos a hacer, a los pijos les gustan los productos de importación, lo distinto, lo novedoso. Y es que los miembros de esta tribu ibérica siempre se han caracterizado por pretender ser abanderados de la modernidad y del buen gusto, y también por ser unos tipos más bien frívolos e inofensivos, que incluso podían tener un punto simpático. Mas con los años de bonanza económica durante los gobiernos conservadores de finales de los noventa y los primeros años de este siglo y al amparo de una legislación que favoreció la especulación inmobiliaria y la economía del pelotazo nuestros pijos fueron mutando a la vez que reproduciendo como roedores y hoy día se distinguen, además de por su conocida superficialidad y sus inquietudes estéticas, también por su falta de escrúpulos, por su arrogancia, su vocación política y una ambición desmedida. Siguen siendo fácilmente reconocibles por sus suéteres de marca y sus pulseritas de colores, y se distinguen también por sus imponentes coches, por sus parejas tuneadas, sus títulos de universidad privada, y por su afición a jugar al pádel con directores de banco o con concejales de urbanismo. Estos individuos afectos a las peinetas son descendientes directos de un tipo muy particular de trogloditas que en la Edad de Piedra mientras los demás hombres se jugaban el pellejo intentando cazar algún animal con el que alimentar a la prole ellos se quedaban a resguardo de los peligros con el pretexto de proteger la caverna de las alimañas, para luego acabar matando el tiempo despiojándose o copulando con las mujeres de los cazadores. Hasta no hace mucho el pijo ibérico seguía saludando a sus conciudadanos llevándose la mano a los genitales, pero hoy día, más civilizado –y mucho más fashion- lo hace dibujando peinetas en el aire.

146. fotohaiku nº 15

 







las aguas donde
más zozobran las dudas
son las tranquilas

145. fotohaiku nº 14














eso te pasa
por tu empeño en querer
probar de todo

martes, 5 de febrero de 2013

144. ¡Qué desastre!

El panorama político en España, crisis económica al margen, es un auténtico desastre y va de mal en peor. Nuestros legisladores parece que trabajan para ponérselo fácil a los ladrones de guante blanco o a quienes tienen algún vínculo con altos cargos del partido en el gobierno. Basten como ejemplo el criterio arbitrario con el que se concedieron los últimos indultos (indultos fiscales incluidos) o las tasas judiciales creadas recientemente y que harán que muchos ciudadanos de a pie no puedan acceder a la justicia. Dudo mucho que en alguna democracia moderna se haya dado la circunstancia, como ha sido recientemente el caso en España, de que jueces, fiscales, abogados, profesores de derecho o funcionarios de juzgados se hayan manifestado tan clara y abiertamente en contra del rumbo que está marcando nuestro ministro de Justicia. Parecía éste un tipo abierto, moderno y dialogante, mas fue tomar posesión del cargo (o fue el cargo quien tomó posesión de él) y le cambió el gesto: cuando se pone serio y dibuja ese mohín apretando los labios como quien está a punto de gritar “ahora os vais a cagar” tiene todo el aspecto de un tirano de novela (de ‘garabato de un lechuzo’, como diría el insigne don Ramón). En los ámbitos sanitario y educativo se está llevando a cabo una privatización encubierta que, como ya está quedando de manifiesto, sólo beneficia a emprendedores afines al partido en el poder, muchos de ellos grandes expertos en la economía del pelotazo. Al paso que vamos dentro nada la justicia, la educación y la salud serán un privilegio sólo al alcance de unos pocos. Y es que tenemos un gobierno, con un presidente desubicado y políticamente enclenque al frente, que es para mear y no echar gota: de todos los ministros y ministras de nuestro gobierno el de Economía posiblemente sea el que mejor posa y mejor sabe poner cara de “esto lo arreglo yo en un periquete”, pero los índices económicos (con los triglicéridos de la prima esa de riesgo por las nubes) y su currículum en la banca privada antes de ser ministro no invitan a la esperanza precisamente; la ministra de Empleo (algo que tanto escasea en España) le gusta confiar sus acciones a la gracia y auxilio de la Virgen del Rocío y eso, con todos mis respetos a los símbolos religiosos, me parece tan arriesgado como volar en un avión cuyo piloto tiene la cabina decorada con estampitas de santos, herraduras de caballo, patas de conejo o ristras de ajos; el ministro de Asuntos Exteriores lo primero que hizo nada más ocupar su cargo fue recordarle a su homólogo inglés que Gibraltar es español (todo un alarde de habilidad diplomática y claridad de prioridades); el de Hacienda pone al país histérico cada vez que ríe con su voz aflautada como un zorro dentro de un gallinero; al de Educación y Cultura le precedía la fama de ser muy educado y muy culto, pero él se afana en demostrar lo contrario; la secretaria general del partido cada vez que se sube a un estrado más que a hablar de proyectos políticos parece que va a presentar una nueva edición de las aventuras de Pinocho y así podríamos seguir con otros muchos personajes, pues son muy pocos los miembros del gobierno o altos cargos del PP que no crispan al ciudadano con sus palabras o sus acciones. Y por encima, según se va proyectando luz sobre algunas tramas de corrupción, cada vez son más los gobernantes y más los altos cargos del partido que parecen estar implicados en turbias operaciones financieras. Hay fundadas sospechas de que algunos pesos pesados del Partido Popular, entre otros el mismísimo presidente del gobierno, han recibido dinero negro y no se les ocurre mejor prueba para demostrar su inocencia que hacer públicas sus declaraciones de renta. Pero, almas cándidas, que si es dinero negro no aparece en la declaración de renta y si aparece, ya no es dinero negro, que eso lo sabe hasta el ministro de economía. Que nos traten a los ciudadanos como a gilipollas lo entiendo, se lo pueden permitir con su gran mayoría en el Parlamento, pero que piensen que realmente lo somos eso ya cabrea sobremanera y nos toca las narices. Este equipo sólo lleva un año y poco en el gobierno, pero lo están haciendo tan rematadamente mal que la única salida que les queda es tirar de la cadena y convocar nuevas elecciones.

143. fotohaiku nº 13

 







es un insomne
dichoso, pues le gusta
soñar despierto

142. Deconstrucción fotográfica II

A mí esta foto, la verdad, no me dice gran cosa, pero a mi amigo invisible le encanta, y no dejó de darme la tabarra hasta que la colgué en mi blog. Una vez colgada se la mostré y le pregunté qué veía él en la foto.
- Al abominable hombre de las nieves - dijo.
- ¿Que ves qué? - exclamé.
- Sí, has oído bien, al abominable hombre de las nieves. Tal vez se deba a que no hace mucho coincidí con el presidente de una Caja de Ahorros en la estación de esquí de Cabeza de Manzaneda.
Parecía que hablaba en serio, pero un cierto olor a alcohol en su aliento le delataba.
- ¿Cuántos carajillos te has tomado? - inquirí yo con la confianza que permiten treinta años de amistad con mi amigo.
– ¡Ninguno, te lo juro! Ya sabes que el médico me tiene prohibido tomar café.