miércoles, 22 de febrero de 2012

82. Photocall

Hay retratos –tanto en pintura como en escultura- que nos hablan más del artista que de la persona retratada. La escultura de la fotografía, que representa a Alonso de Fonseca y Ulloa, arzobispo de Santiago de Compostela entre los años 1507 y 1523 e impulsor de la Universidad Compostelana, me parece una de ellas. La obra no refleja tanto el espíritu decidido y emprendedor del eclesiástico y mecenas renacentista como la desesperante resignación que puso en su día quien posó para el artista. Nos hablaría por ello de un escultor que moldea y modela su obra con una minuciosidad y meticulosidad tales que llevan al modelo hasta la más absoluta exasperación. Pero también cabe la posibilidad de que el escultor, en un alarde de genial ironía, haya ido un poco más lejos y lo que refleja el rostro de la escultura es aburrimiento, sí, pero no el que el modelo sufrió durante el posado, sino el de la propia figura de Alonso de Fonseca, obligado por las leyes universales de la física a soportar largas y tediosas sesiones de photocall con los turistas que visitan Santiago. Incluso esa pose un poco encogida del eclesiástico semeja tener como única finalidad el no salirse de los encuadres de las cámaras que no poseen objetivos angulares. Aunque ni la ironía del escultor ni el sacrificio de Alonso de Fonseca pueden evitar que luego, de vuelta en casa, la cuñada de una turista exclame al ver la fotografía: "Hay que vé, qué señó má desaborío!"

81. Calabazas

Muchas de las dudas que uno tiene de niño los adultos las suelen despachar con la tan manida frase “cuando seas mayor lo entenderás”. Yo también me he ido haciendo mayor y sigo sin entender –entre otras muchas cosas- por qué ‘dar calabazas’ es algo feo o negativo. Y cuanto más miro esta fotografía, menos lo entiendo.

80. Recuerdos

Es posible que algún día la imagen de este histórico edificio, que hoy día alberga una guardería, forme parte de uno de los recuerdos más entrañables de un santiagués o santiaguesa. Quizás un día cualquiera dentro de treinta o cuarenta años, este santiagués o esta santiaguesa se siente a la mesa de un despacho situado en lo más alto de una de las cuatro torres de Madrid, se deje caer en el respaldo de su silla de diseño después de cerrar un importante negocio al teléfono, fije la mirada en las tres nubes solitarias que divisa a lo lejos sobre el aeropuerto de Barajas y en un repentino acceso de nostalgia asome a su memoria aquella mañana soleada de otoño en que su madre le acompañó a la guardería: cruzó de la mano de su progenitora el amplio paso de peatones de Porta Faxeira, recorrieron luego un interminable Paseo Central de la Alameda, ascendieron un sinfín de escaleras al lado de una fuente gigantesca y llegaron a pies de otra escalinata, donde había muchas otras madres con sus niñas y sus niños, algunos de ellos llorando. Recuerda como subió la escalinata de la fotografía en brazos de su madre y como, antes de entrar en el edificio junto a otros tres o cuanto niños acompañados por una señorita que sonreía mucho y vestía un batín blanco, recibió un beso tan especial de su madre, que todavía está muy vivo en su memoria, como si hubiese recibido ese beso hace sólo un momento.

79. Memoria histórica

Esta fotografía fue tomada en la plaza de Mazarelos de Santiago de Compostela. La estatua de bronce es un homenaje a Eugenio Montero Ríos (1832-1914), insigne político y jurista compostelano que llegó a ser ministro de Gracia y Justicia con Amadeo I. La toga y el código asido con mano firme y tranquila, que ponen el acento en la honestidad y la rectitud de la figura; la pose, que transmite firmeza y seguridad; así como la expresión seria, reflexiva y con un cierto aire de preocupación en el semblante, a mí me sugieren un cierto parecido con el juez Garzón. Y puestos a establecer paralelismos, un parecido tan lejano y próximo a la vez como el que esta escultura puede tener con alguna creación de Auguste Rodín –aquí acuden a mi memoria histórica obras como Monumento a Balzac o, de modo especial, el grupo escultórico de Los burgueses de Calais. Y ya en Francia, también asoma a mi memoria histórica Émile Zola y su famosa carta “Yo acuso”, en la que denunciaba el escandaloso proceso a Dreyfus. Pero todos estos paralelismos no dejan de ser fruto de mi peregrina fantasía, pues por todos es sabido que en este país –tan grande para algunas cosas y tan mezquino para otras- no existe la costumbre de levantar monumentos a quienes imparten justicia –sólo a quienes la cometen-. Y de existir esa costumbre, no faltarían voluntarios para cargarse la peana.

jueves, 16 de febrero de 2012

78. Gürtel

Esta imagen tiene algo de obsceno, y no lo digo en un sentido pornográfico, por las evidentes coincidencias morfológicas entre un falo y una salchicha, sino en un sentido más bien político de la palabra, pues estoy convencido de que si los perros fuesen animales políticos los sueños de un perro-director general o de un perro-concejal de urbanismo se parecerían mucho a esta fotografía. Veo esta foto y lo primero en que pienso es en la caja fuerte de un perro-imputado en la trama Gürtel. No sé explicar muy bien por qué, quizás por el origen alemán tanto del nombre de la trama como del embutido, o tal vez por la coincidencia del tono de unas salchichas con el del moreno de solarium de los implicados en la trama y el de otras salchichas con el color de los billetes de 500 euros. Y me parece una imagen obscena también por la sobreabundancia del producto, por su pringosidad, por su exposición al público –típico comportamiento de todo nuevo rico-, y porque cuando en un lugar hay sobreabundancia de algo es señal inequívoca de que en otro lugar hay escasez de lo mismo.

77. La mirada invisible

A pesar de carecer de rostro, esta mujer nos mira a todos y cada uno de los que pasamos por delante de su escaparate. Con su pose erguida y su elegante caída de sombrero, a mitad de camino entre dama distinguida y femme fatale, nos mira con una mezcla de indiferencia e interés, atrayendo nuestra atención como si se tratara de una sirena dentro de una pecera. Y a quienes cometemos la temeridad de responder a su mirada invisible nos inocula un peligroso virus del que no seremos conscientes hasta que el día menos pensado nos sorprendamos hurgando en los cajones de oportunidades de cualquier tienda de ropa o complementos. Tengan mucho cuidado ahí fuera, que este virus es muy peligroso.

76. El monarca

Se dice que donde pisaba el caballo de Atila no volvía a crecer la hierba, lo cual prueba que el caudillo huno nunca llegó al Noroeste de la península ibérica –otros caudillos, lamentablemente sí lo hicieron-. Y es que Galicia tiene un clima que por sus temperaturas y precipitaciones muy bien podríamos definir como amazónico-atlántico, el cual favorece una exuberante vegetación, donde las plantas y las hierbas –tanto buenas como las malas- crecen con mucho vigor. Si no, que se lo pregunten al rey Alfonso II el Casto, cuya imagen preside la plaza del Castro en el casco antiguo compostelano, justo al lado de la facultad de Historia. Las hiedras no dejan de crecer y a menos que un jardinero municipal le ponga remedio estas enredaderes acabarán estrangulando al insigne monarca asturiano. Circunstancia a la que más de un estudiante de historia ya le ha sacado punta con todo tipo de sarcasmos, como el que eso es lo que le pasa a los monarcas cuando se suben a la parra.

75. Campus

El edificio que se puede ver parcialmente entre el ramaje de los árboles alberga la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Santiago de Compostela. El complejo, proyectado por Álvaro Siza, está muy bien integrado en el entorno y posee, para quien esto suscribe, un sobresaliente valor estético –sobre la funcionalidad del edifico, sin embargo, habría mucho de qué hablar-. La fotografía fue tomada un día soleado, lo que ilumnia el conjunto arquitectónico y hace resaltar aún más los volúmenes blancos sobre el verde césped. Mas en un primer plano también podemos observar una sombra que se dirige sigilosa y peligrosamente al edificio, lo que parece toda una metáfora de lo que se está a vivir en las universidades públicas españolas en las que, al igual que en muchos otros servicios públicos, con tantos recortes presupuestarios no va a haber dinero ni para pagar la factura de la luz.

74. Fotografía interactiva III

Si uno supiera qué es lo que sujeta esta sombra en la mano –si un caballito de mar o de troya, si un patito feo o gallardo, si una ardilla hacendosa o remolona, si un elefantito albino o de colores-. Si uno supiera por qué lo hace –si por ornar la ventana, por matar el rato o por un súbito impulso-. Si uno supiera de qué color tiene el cabello –si rubio alazán, caoba intenso o moreno azabache-, los ojos –quizás jade profundo, ámbar veteado o gris celestial-, o las uñas –tal vez rojo pasión, verde ecológico o morado gótico-. Si uno supiera cuál es su nombre –Alma, Alba o acaso Alicia-; qué música le gusta –gospel, copla o country-punk- o qué perfume se pone –azahar, lavanda o agua de rosas-. Si uno supiera todo eso y más, esta imagen carecería totalmente de misterio y, por ende, también de encanto.

martes, 14 de febrero de 2012

73. Alianza de culturas

Desde que la canciller alemana se puso al timón del barco europeo son muchos a este lado de los Pirineos que miran a Berlín con auténtica devoción religiosa. Nuestros políticos se inspiran en sus medidas anticrisis y muchos diplomados, licenciados y profesionales de todo tipo están haciendo o ya han hecho las maletas para irse a Frankfurt, Dortmund, Hamburgo, Stuttgart o Gelsenkirchen en busca de la oportunidad profesional que aquí se les niega. Movidos por esta fiebre, que se ha dado en llamarefecto Merkel”, cada día son más los que se animan a estudiar la lengua de Rilke. Y qué decir de aquellos que se dedican a organizar eventos que no parecen tener otro fin que el de caer en gracia a las autoridades federales. Sólo dos ejemplos: en septiembre pasado en Valencia se organizó una auténtica Oktoberfest nada más y nada menos que en la plaza de torostodo un ejemplo de confraternización de culturas-; y en las Navidades pasadas la nueva corporación del Ayuntamiento de Santiago de Compostela instaló en el Paseo Central de la Alameda un auténtico Weihnachtsmarkt (mercado de Navidad). Pero hasta el día que en Heidelberg se organicen encierros con toros de Mihura, se monten unas cuantas fallas de categoría en el Jardín Inglés de Múnich o en Sankt Pauli (Hamburgo) se celebren procesiones con penitentes y pasos de Semana Santa no podremos hablar de una auténtica alianza de culturas.