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Esta fotografía fue tomada en la plaza de Mazarelos de Santiago de Compostela. La estatua de bronce es un homenaje a Eugenio Montero Ríos (1832-1914), insigne político y jurista compostelano que llegó a ser ministro de Gracia y Justicia con Amadeo I. La toga y el código asido con mano firme y tranquila, que ponen el acento en la honestidad y la rectitud de la figura; la pose, que transmite firmeza y seguridad; así como la expresión seria, reflexiva y con un cierto aire de preocupación en el semblante, a mí me sugieren un cierto parecido con el juez Garzón. Y puestos a establecer paralelismos, un parecido tan lejano y próximo a la vez como el que esta escultura puede tener con alguna creación de Auguste Rodín –aquí acuden a mi memoria histórica obras como
Monumento a Balzac o, de modo especial, el grupo escultórico de
Los burgueses de Calais. Y ya en Francia, también asoma a mi memoria histórica Émile Zola y su famosa carta “
Yo acuso”, en la que denunciaba el escandaloso proceso a Dreyfus. Pero todos estos paralelismos no dejan de ser fruto de mi peregrina fantasía, pues por todos es sabido que en este país –tan grande para algunas cosas y tan mezquino para otras- no existe la costumbre de levantar monumentos a quienes imparten justicia –sólo a quienes la cometen-. Y de existir esa costumbre, no faltarían voluntarios para cargarse la peana.