73. Alianza de culturas
Desde que la canciller alemana se puso al timón del barco europeo son muchos a
este lado de los
Pirineos que miran a
Berlín con auténtica devoción religiosa.
Nuestros políticos se inspiran en sus medid
as anticrisis y
muchos diplomados,
licenciados y
profesionales de
todo tipo están haciendo o
ya han hecho las
maletas para irse a Frankfurt, Dortmund,
Hamburgo, Stuttgart o
Gelsenkirchen en busca de
la oportunidad profesional que aquí se les niega. M
ovidos por esta fiebre,
que se ha dado en llamar “
efecto Merkel”,
cada día son más los
que se animan a
estudiar la lengua de
Rilke. Y
qué decir de
aquellos que se dedican a
organizar eventos que no parecen tener otro fin que el de
caer en gracia a las
autoridades federales.
Sólo dos ejemplos:
en septiembre pasado en Valencia se organizó una auténtica Oktoberfest nada más y
nada menos que en la plaza de
toros –
todo un ejemplo de
confraternización de
culturas-; y
en las
Navidades pasadas la nueva corporación del Ayuntamiento de
Santiago de
Compostela instaló en el Paseo Central de
la Alameda un auténtico Weihnachtsmarkt (
mercado de N
avidad).
Pero hasta el día que en Heidelberg
se organicen encierros con toros de
Mihura,
se monten unas cuantas fallas de
categoría en el Jardín Inglés de
Múnich o
en Sankt
Pauli (
Hamburgo)
se celebren procesiones con penitentes y
pasos de
Semana Santa
no podremos hablar de
una auténtica alianza de
culturas.
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