martes, 14 de febrero de 2012
73. Alianza de culturas
Desde que la canciller alemana se puso al timón del barco europeo son muchos a este lado de los Pirineos que miran a Berlín con auténtica devoción religiosa. Nuestros políticos se inspiran en sus medidas anticrisis y muchos diplomados, licenciados y profesionales de todo tipo están haciendo o ya han hecho las maletas para irse a Frankfurt, Dortmund, Hamburgo, Stuttgart o Gelsenkirchen en busca de la oportunidad profesional que aquí se les niega. Movidos por esta fiebre, que se ha dado en llamar “efecto Merkel”, cada día son más los que se animan a estudiar la lengua de Rilke. Y qué decir de aquellos que se dedican a organizar eventos que no parecen tener otro fin que el de caer en gracia a las autoridades federales. Sólo dos ejemplos: en septiembre pasado en Valencia se organizó una auténtica Oktoberfest nada más y nada menos que en la plaza de toros –todo un ejemplo de confraternización de culturas-; y en las Navidades pasadas la nueva corporación del Ayuntamiento de Santiago de Compostela instaló en el Paseo Central de la Alameda un auténtico Weihnachtsmarkt (mercado de Navidad). Pero hasta el día que en Heidelberg se organicen encierros con toros de Mihura, se monten unas cuantas fallas de categoría en el Jardín Inglés de Múnich o en Sankt Pauli (Hamburgo) se celebren procesiones con penitentes y pasos de Semana Santa no podremos hablar de una auténtica alianza de culturas.
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