En alemán ‘vivero de árboles’ se denomina Baumschule (escuela de árboles) y viendo esta imagen resulta muy fácil imaginar el proceso mental que está en el origen de ese vocablo. Si no, fíjense con qué vocación, dedicación y paciencia el maestro se aplica en sus tareas docentes y con qué atención, interés y ganas de aprender escuchan los alumnos las enseñanzas del viejo profesor. Por suerte en España no tenemos escuelas de árboles, que si no nuestro ministro Wert (valor, valía, interés, en alemán) muy probablemente las utilizaría para formar maderos o para españolizar roures, faias y altzifre (*).
(*) robles, hayas y cipreses, en catalán, gallego y euskera respectivamente
(*) robles, hayas y cipreses, en catalán, gallego y euskera respectivamente
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