miércoles, 28 de junio de 2017

315. El tamaño importa

En una de las primeras entradas de este blog, medio en serio medio en broma, me preguntaba si en fotografía el tamaño importa. En aquella ocasión dejé la pregunta sin responder, pero después de ver esta fotografía creo que el tamaño sí importa, y mucho. Si esta fotografía hubiese sido hecha con un objetivo de focal corta no  hubiese sido posible captar ese instante de sugerente ensimismamiento de la protagonista. A no ser que la chica hubiese posado para el fotógrafo, lo cual, una vez sabido, le restaría naturalidad y poesía a la imagen. De todos modos, aun reconociendo que el tamaño importa, tampoco en fotografía el tamaño lo es todo, pues para disparar una foto como ésta no basta con disponer de un buen teleobjetivo, hace falta también poseer un ojo fotográfico ágil y sensible, así como un gran respeto y admiración por la belleza femenina.


Fotografía: Javier Ventosa Rial

314. Viejo verde (claro)

Cuando era un adolescente estuvo prendado de Charo, la vecina del tercero derecha. Con ella descubrió el erotismo, espiándole el escote mientras ésta tendía la ropa en el tendal del patio de luces. De adulto, a la vuelta del servicio militar, se enamoró perdidamente de Rosita, la hija de Charo. Pero él estaba muy atrás en la lista de pretendientes, nunca tuvo la más mínima oportunidad. En esta época descubrió, primero los celos y la envidia (sana o no) y más tarde, al casarse Rosita con el número cinco o seis de la lista, la resignación. Ahora ya de anciano, abrumado por el peso de la melancolía, le dan la vida las tardes de verano en que Charito sale a broncear su joven cuerpo a la playa del pueblo. Él nunca falta a la cita, aunque sea día de partida de dominó. ¡Dios, cómo le gusta el ADN de esa mujer!

313. Retratos low cost

Antiguamente la gente acudía, por lo menos una vez en la vida, al estudio de un fotógrafo para hacerse un retrato individual o de familia. Estos retratos posados solían hacerse en un decorado y rodeados de todo tipo de atrezo: columnas jónicas de escayola, búcaros de flores de porcelana barata o arcos románicos de cartón piedra. No pocas veces los lienzos del decorado mostraban escenarios reconocibles: pirámides egipcias, paisajes alpinos o murallas chinas. Pero hoy día todo se ha popularizado: ya no precisamos acudir a un profesional para hacernos un retrato y para inmortalizarnos ante una maravilla del mundo compramos un billete de avión en una compañía low cost, viajamos a un lugar exótico, nos plantamos delante del monumento más representativo del lugar y nos hacemos un selfie. A veces pienso que, a pesar de todo los adelantos y de todo el progreso, en el fondo las cosas no han cambiado tanto.

martes, 13 de junio de 2017

312. Vuelta al mundo

Ámsterdam parece que cabe en una gota de agua, todo está tan cerca, pero después nunca acabas de llegar a ningún lugar, te pierdes por sus calles y te ves arrastrado por una marea humana que se te antoja la vuelta ciclista a Jamaica. El tiempo allí pasa despacio, sobre todo en bares y restaurantes. Ya al segundo día compruebas que tu reloj se ha quedado atrasado y caes en la cuenta de que comes y bebes como un animal. Además, hay que pagar por todo y todo es caro, el presupuesto de dos semanas se te va en cuatro días. Pero luego, de vuelta en casa, ya no lo ves así y tienes la agradable sensación de haber dado la vuelta al mundo en un fin de semana.

martes, 6 de junio de 2017

311. El alma de las cosas

De todos es sabido que las obras de arte tienen un alma. Lograr ver ese alma en toda su dimensión es algo que no está al alcance de muchos, que yo sepa casi exclusivamente artistas. Stendhal, por ejemplo, fue uno de ellos y en Florencia no pudo con la emoción que le provocó una de estas visiones. Pero, si ver el alma de una obra artística ya es harto difícil, conseguir fotografiarla ya es un don que poseen sólo unos pocos elegidos. 











Fotografía: Carmen Torres Maroño