Básicamente
hay dos tipos de individuos. Por una lado están aquéllos que intentan cambiar las cosas, mejorar su
vida y la de los de su entorno y por otro lado, están aquellas personas que se limitan a imitar patrones y a seguir las normas
y costumbres de sus antepasados. Los dos tipos son necesarios, pues sin los
primeros nada cambiaría y no habría evolución, ni progreso y sin los
segundos no existirían ni la tradición, ni el acervo cultural. Pero también existe un
tercer grupo, no menos numeroso y entre el que a veces me incluyo, que invierte
(quizás debiera decir, pierde) el tiempo en observar y clasificar a sus
congéneres, que a veces llega a conclusiones más o menos atinadas y/o ingeniosas, pero que, a fin de cuentas, no sabe qué hacer con tanta taxonomía.
jueves, 28 de diciembre de 2017
333. Por quién doblan las campanas
Siempre había
odiado esas exposiciones públicas de cadáveres rodeados de coronas de flores.
La muerte le parecía un trance demasiado íntimo como para convertirlo en un
espectáculo obsceno. Detestaba a esas personas que se plantan delante del
féretro y lo soban con sus miradas tristes, morbosas y asustadas. Pero al ver
al otro lado del cristal a su mujer, llorando sin consuelo abrazada a su hija, empezó
a sospechar que el difunto bien podría ser él.
domingo, 17 de diciembre de 2017
330. Perseverancia
A cada vuelta del
tambor de la lavadora el calcetín de rombos intentaba desesperadamente
acercarse al sujetador negro. Un par de veces casi lo consigue, incluso llegó a
rozarlo levemente, pero éste siempre lograba escabullirse entre la maraña de
camisas, suéteres y toallas. Quizás fue por eso, harto de tan perseverante
cortejo, que el sujetador se mantuvo oculto dentro de la bragueta del pantalón
de lino beige todo el tiempo que duró el centrifugado.
329. Autorretrato
Dependiendo de quien la pronuncie, de cómo, cuándo y dónde
se pronuncie, de la intención (buena o mala) o del interés del hablante, una palabra puede
significar una cosa y también la contraria. No pocas veces a la frase “te
quiero” parece que le falta otro verbo (del tipo comer, vampirizar o
estrangular). A veces, cuando algún(a) angloparlante me dice enjoy your meal, el your me suena tan acentuado que convierte la frase en una amenaza, para
que no se me ocurra meter mi tenedor en su plato, o algo por el estilo. Y en
cierta ocasión, en un curso de fotografía impartido por una fotógrafa
argentina, ésta al final de la clase del viernes nos puso deberes. Para el
lunes tenés que hacer un autorretrato – me dijo. La profesora tenía un hablar
tan lindo y exquisito que me perdí en su sonoridad, su dulzura y los
significados ocultos de sus palabras y el lunes fui el hazmerreir de toda la
clase cuando mostré mis fotos de coches antiguos. Estos juegos lingüísticos en
principio no son nada malo, al contrario, son algo muy bueno, pues se trata nada
más y nada menos que del material con el que trabajan los poetas. Lo que sí es
malo, muy malo, es cuando los líderes políticos o religiosos (a veces no
distingo muy bien unos de otros) retuercen a su antojo los significados de las
palabras para confundir a la opinión pública. Por ejemplo, cuando llaman
ajustes económicos a los recortes en los servicios sociales, cuando hablan de
externalizaciones para referirse a las privatizaciones de servicios públicos o
cuando denominan movilidad exterior a la emigración de los titulados
universitarios que no encuentran trabajo en España. Manipulan y adulteran el
significado de las palabras a su antojo y juegan a disfrazar mentiras de
verdades. El cruce de proclamas y amenazas que se lanzaron los gestores del
Estado Español y de la Generalitat de Cataluña, y que siguen lanzando, daría
para escribir todo un tratado de mala retórica política. El mismo problema,
para unos fue un golpe de estado y para los otros un mandato democrático (posverdad
se le viene llamando a esto últimamente). Menos mal que la Iglesia se mantuvo
relativamente al margen, de lo contrario el mandato, además de democrático sería
divino y el golpe de estado, además, una herejía. Pero volviendo a lo del
autorretrato, recuerdo que para salir airoso de la situación embarazosa también
recurrí a la retórica (no sé si política o no) e intenté justificarme con que
había querido captar mi imagen reflejada en la carrocería del auto, pero nadie se
lo creyó.
lunes, 27 de noviembre de 2017
328. Los Espejos de la Verdad
En cierta ocasión, en un parque de atracciones cuyo nombre
no quiero recordar, descubrí una atracción con el sugerente y seductor nombre Los Espejos de la
Verdad. El pregonero de la entrada, ataviado con un disfraz de mago Merlín, vendía
el ingenio como la cosa más mágica y más maravillosa jamás vista. Aun sabiendo que
se trataba de un timo, me procuré una entrada con la intención de reírme
un rato de mí mismo, probablemente viendo mi figura deformada por espejos
cóncavos y convexos. Entré en una especie de antesala
a la que daban tres puertas idénticas, que se diferenciaban sólo en el texto del rótulo que lucían: Espejo del Pasado, Espejo del Presente y Espejo del Futuro, respectivamente. Me picó la curiosidad
y la primera puerta que abrí fue la puerta que guardaba el espejo del futuro. Pasé a un pequeño cubículo del tamaño de una cabina telefónica en una de cuyas paredes colgaba un espejo de moldura barroca. En él me vi de
espaldas saliendo de la atracción de feria, no sé con qué ánimo, pues no
alcancé a verme la expresión de la cara. Volví a la antesala y abrí la puerta
que daba al pasado. En este espacio, idéntico al primero, me vi comprando una entrada en la taquilla de Los Espejos de la Verdad y nada más. Por
último, accedí al cubículo en el que estaba el espejo del presente. Aquí el espejo me
devolvía una imagen mía sonriente, con una sonrisa de oreja a oreja. No sabría decir si se trataba de una
expresión de felicidad o de atolondramiento. Esperé un rato para ver si sucedía
algo más, pero nada cambió, en vista de lo cual abandoné el recinto y salí a la vida real. Al pasar a la altura del
falso Merlín me acerqué a él y le comenté que aquel espectáculo de mágico
tenía más bien poco y que me parecía un timo. Él me miró con una mirada
penetrante e impostada y me respondió con una pregunta. - ¿Cómo te has visto en el Espejo del Presente? - Sonriendo como un gilipollas, - aduje, sin ocultar mi
disgusto. - ¿Y aun te quejas? ¡Es todo cuanto necesitas saber! - concluyó ufano y
rotundo el mago frunciendo el ceño. Según me alejaba de aquella atracción de feria la sensación de haber sido víctima de un timo se fue disipando.
327. Tiempo
Cruzó a nado los ocho mares; escaló descalzo el monte de
las doce sabidurías; hizo sonar con su flauta de abedul las siete notas que
duermen al monstruo de las tres cabezas; aprendió el idioma de los pájaros que
vuelan libres y también el dialecto de los lagartos verdes; ayunó treinta días
y treinta noches encerrado solo en un bufé libre; descifró el enigma de los
nueve sellos con la última campanada que señalaba el comienzo del nuevo siglo.
Ahora empieza a ser consciente de que ya apenas le queda tiempo para sacarle
partido a tanto conocimiento.
lunes, 13 de noviembre de 2017
326. Blade Runner
Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: tostadoras de
pan incendiarse más allá de los Pirineos, naves de Spantax infringir las
leyes de la física a miles de pies de altura, orinales de porcelana fina que
semejaban soperas estrellarse contra témpanos de hielo, enemigos acérrimos reconciliarse a veintisiete grados bajo cero, a mi padre blasfemar
en alemán sosteniendo una cerveza en una mano y un diccionario en la otra … y todos
esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
lunes, 6 de noviembre de 2017
325. Lenta mente
Justo cuando llegué al paso de peatones de Porta Faxeira el
semáforo se puso en rojo y en mi mp3 empezó sonar una canción de Lykke Li. De repente todo a mi alrededor comenzó a
ralentizarse, a suceder despacio, muy despacio, como a cámara lenta. En el
edificio de enfrente un abuelete salía a la calle de espaladas o quizás entraba
en el portal. No llegué a averiguarlo. Una mujer tocada con un sombrero de terciopelo
azul se paró delante del anciano y se puso a manipular su smartphone con
inusitada lentitud. A mi derecha, en el borde de la papelera, una abeja removía con
sus patas en un resto viscoso, azul y pegajoso de un helado. En el suelo, entre el
bordillo de la acera y el asfalto, un trozo de salchicha tipo frankfurt con
manchas de kétchup estaba siendo inspeccionado voraz y minuciosamente por un escuadrón
de hormigas. Una joven con una chupa de cuero parecía estar replanteándose la
relación con su novio parada delante de un escaparate. El copiloto del camión
de bomberos que pasaba en ese momento miraba y saludaba a los peatones con un gesto
mitad estúpido, mitad entrañable. Empecé a sospechar que me encontraba fuera de
la vida real, en otra dimensión, dentro de una ficción, una película de David
Lynch o algo así. En eso el semáforo se puso en verde y los peatones de uno y
otro lado nos pusimos en marcha como los figurantes de dos ejércitos de mentira que salen a cámara superlenta a un simulacro de campo de
batalla. En la vida real nadie repara apenas en los demás
peatones, pero ahora el lento discurrir del tiempo me permitía fijarme en
las personas desconocidas, mirarlas a la cara, ver dentro de sus miradas. Todo
me resultaba enigmático, misterioso, amenazador. El hecho de que, una vez dejado
atrás el paso de cebra, me cruzase, primero con una compañera de trabajo, con
un vecino de mi portal, después y por último con mi monitora de yoga y ninguna
de las tres personas me saludase no hizo sino confirmar todas mis sospechas.
martes, 17 de octubre de 2017
lunes, 2 de octubre de 2017
martes, 26 de septiembre de 2017
322. Zona de confort
No sé si es por los recortes silenciosos que viene aplicando el gobierno, si son cosas de la edad, si es algo coyuntural y pasajero o se debe a una falta de energía y entusiasmo, miedo a plantar cara a los retos de cada día. Puede también que no sea nada de eso o la suma de todo, pero el caso es que mi zona de confort cada vez es más reducida, en ella apenas hay espacio para nada, no cabe ni un lamento. Sueltas un grito y te explota en la cara.
viernes, 15 de septiembre de 2017
321. Desde mi ventana
Ayer por la mañana al asomarme a la ventana vi un intrigante arco
de luz en el cielo. Últimamente lo veo todo en un tono gris marengo y no sabría
decir a ciencia cierta si se trataba de un arco iris, de una aberración óptica
en mis nuevas gafas progresivas o de un hincha del Real Madrid que andaba
probando las bengalas para el partido de la Champions. En un primer momento
incluso llegué a pensar que podría tratarse de un misil norcoreano sobrevolando
la península ibérica, pero esta posibilidad quedó enseguida descartada con el
noticiero de las diez. De momento, Corea del Norte sigue lanzando sus cohetes
en por encima de Japón.
318. Todo cuanto está en mis manos
Su hija estudia en Barcelona, no sabe muy bien qué, algo
relacionado con márketing o publicidad. Por suerte, cuando el atentado en las Ramblas,
ella estaba de vacaciones en casa. La idea de que vuelva a darse otro atentado
terrorista, a la madre la saca de quicio. Quiere que
la niña deje Barcelona y se venga para Galicia. Pero la hija no está por la
labor, - Mamá, no voy a encerrarme en casa por culpa de los yihadistas, quién te dice que me vengo a estudiar a Santiago y no hacen lo mismo en la plaza del
Obradoiro. Le pide al padre que la apoye, pero él conoce de sobra a su mujer,
sabe como se las gasta en estos casos. Él trabaja para una empresa
catalana y con lo del proceso de independencia algunos compañeros empiezan a
temer por su puesto de trabajo, – estas cosas sabes como empiezan, pero nunca
sabes como acaban. Echan pestes en contra de los catalanes. Él no es tan
pesimista ni tan visceral, los amigos catalanes que tiene no encajan con las
actitudes de los que salen últimamente en la tele. En un hipotético caso de que
Cataluña se independizase, dice, no se acabaría el mundo, tampoco si en vez de
separarse Cataluña, se integrase Portugal, – menos la muerte todo tiene remedio
en esta vida, sólo hay que buscárselo. Pero en todas partes todo se está haciendo tan mal, todo es tan
falso, tan mezquino. En la otra parte del planeta un tonto y un idiota se amenazan
con lluvias de fuego. En casa su mujer y su hija todo el día discutiendo. El
Dépor que no levanta cabeza. Con este sol y con esta marea, se dijo al fin, me
voy a pescar, es todo cuanto está en mis manos hacer.
viernes, 4 de agosto de 2017
317. El orden de las cosas
Esta mañana después de desayunar miró el pastillero para
saber qué día de la semana era. Con los ojos vidriosos me confesó que a veces
cuando quiere visitar a mi hermano, que vive a trescientos metros de su casa,
no recuerda por donde tiene que ir. Le prometí que la próxima vez se lo
comentaríamos al médico. Al mediodía me enseñó la carpeta con las actividades
del curso de entrenamiento de la memoria. Le dieron deberes para el verano. Dijo
que no quería volver a clase, pues sus compañeras, que ya llevan varios años asistiendo
al curso, son mucho mejores que ella y terminan las tareas más rápido. A ella
le cuesta mucho entender y hacer las actividades. Le dije que sus compañeras
tan buenas no podían ser, sino no se entiende que hayan repetido tantas veces curso.
Rió con malicia infantil. Por la tarde se olvidó de ponerle detergente a la
lavadora. Cuando despertó de la siesta dijo haber soñando un montón de cosas
raras. Me preguntó si a mí también me pasaba. Sólo cuando estoy preocupado,
dije. Después de la cena fregó los cuatro cacharros. Mientras secaba los
cubiertos la observé durante un buen rato. Los secaba uno a uno. Con esmero. Los
colocaba bien ordenados en el cajón. Cada cosa en su sitio. Los cuchillos con
los cuchillos, los tenedores con los tenedores y las cucharas con las cucharas.
Un par de veces se equivocó, pero se dio cuenta en seguida y rectificó. Fue un
momento entrañable. Triste y entrañable.
jueves, 27 de julio de 2017
316. Paso de cebras
Tras
una instancia presentada por registro, dos visitas al ayuntamiento y tres años
de espera, por fin se procedió a pintar el tan deseado paso de cebras por el
cual muchas personas mayores del barrio, entre ellas mis progenitores, pueden
cruzar la calle con más seguridad para acudir a una especie de centro social
ubicado en las inmediaciones. Puede parecer que la espera ha sido larga, y quizás
así sea, pero en este país la Administración suele tomárselo con bastante más
calma. Sea como sea, la mañana que salí a la calle, un día de sol radiante, y
me encontré con las rayas blancas recién pintadas sobre el negro azabache del
asfalto, sentí una alegría y sorpresa enormes. Me sentí igual que aquella
mañana, tendría yo unos siete años, en que me levanté para ir al cole y
descubrí por primera vez un paisaje todo cubierto de nieve.
miércoles, 28 de junio de 2017
315. El tamaño importa
En una de las primeras entradas de este blog, medio en
serio medio en broma, me preguntaba si en fotografía el tamaño importa. En
aquella ocasión dejé la pregunta sin responder, pero después de ver esta
fotografía creo que el tamaño sí importa, y mucho. Si esta fotografía hubiese sido
hecha con un objetivo de focal corta no hubiese sido posible
captar ese instante de sugerente ensimismamiento de la protagonista. A no ser
que la chica hubiese posado para el fotógrafo, lo cual, una vez sabido, le
restaría naturalidad y poesía a la imagen. De todos modos, aun reconociendo que
el tamaño importa, tampoco en fotografía el tamaño lo es todo, pues para
disparar una foto como ésta no basta con disponer de un buen teleobjetivo, hace
falta también poseer un ojo fotográfico ágil y sensible, así como un gran respeto y admiración por la belleza femenina.
Fotografía: Javier Ventosa Rial
Fotografía: Javier Ventosa Rial
314. Viejo verde (claro)
Cuando
era un adolescente estuvo prendado de Charo, la vecina del tercero derecha. Con
ella descubrió el erotismo, espiándole el escote mientras ésta tendía la ropa
en el tendal del patio de luces. De adulto, a la vuelta del servicio militar,
se enamoró perdidamente de Rosita, la hija de Charo. Pero él estaba muy atrás en
la lista de pretendientes, nunca tuvo la más mínima oportunidad. En esta época
descubrió, primero los celos y la envidia (sana o no) y más tarde, al casarse
Rosita con el número cinco o seis de la lista, la resignación. Ahora ya de
anciano, abrumado por el peso de la melancolía, le dan la vida las tardes de
verano en que Charito sale a broncear su joven cuerpo a la playa del pueblo. Él
nunca falta a la cita, aunque sea día de partida de dominó. ¡Dios, cómo le gusta
el ADN de esa mujer!
313. Retratos low cost
Antiguamente la gente acudía, por lo menos una vez en la
vida, al estudio de un fotógrafo para hacerse un retrato individual o de
familia. Estos retratos posados solían hacerse en un decorado y rodeados de
todo tipo de atrezo: columnas jónicas de escayola, búcaros de flores de
porcelana barata o arcos románicos de cartón piedra. No pocas veces los lienzos
del decorado mostraban escenarios reconocibles: pirámides egipcias, paisajes
alpinos o murallas chinas. Pero hoy día todo se ha popularizado: ya no precisamos
acudir a un profesional para hacernos un retrato y para inmortalizarnos ante
una maravilla del mundo compramos un billete de avión en una compañía low cost,
viajamos a un lugar exótico, nos plantamos delante del monumento más
representativo del lugar y nos hacemos un selfie. A veces pienso que, a pesar
de todo los adelantos y de todo el progreso, en el fondo las cosas no han
cambiado tanto.
martes, 13 de junio de 2017
312. Vuelta al mundo
Ámsterdam parece que cabe en una gota de agua, todo está tan
cerca, pero después nunca acabas de llegar a ningún lugar, te pierdes por sus
calles y te ves arrastrado por una marea humana que se te antoja la vuelta
ciclista a Jamaica. El tiempo allí pasa despacio, sobre todo en bares y restaurantes.
Ya al segundo día compruebas que tu reloj se ha quedado atrasado y caes en la
cuenta de que comes y bebes como un animal. Además, hay que pagar por todo y
todo es caro, el presupuesto de dos semanas se te va en cuatro días. Pero luego,
de vuelta en casa, ya no lo ves así y tienes la agradable sensación de haber
dado la vuelta al mundo en un fin de semana.
martes, 6 de junio de 2017
311. El alma de las cosas
De todos es sabido que las obras de arte tienen un alma.
Lograr ver ese alma en toda su dimensión es algo que no está al alcance de
muchos, que yo sepa casi exclusivamente artistas. Stendhal, por ejemplo,
fue uno de ellos y en Florencia no pudo con la emoción que le provocó una de
estas visiones. Pero, si ver el alma de una obra artística ya es harto difícil,
conseguir fotografiarla ya es un don que poseen sólo unos pocos elegidos.
Fotografía: Carmen Torres Maroño
martes, 30 de mayo de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
307. Diálogo
En los últimos tiempos la vida política española ha
degenerando hasta límites inimaginables. Los líderes de los principales
partidos se encuentran en un callejón sin salida, enrocados en planteamientos
interesados, cortoplacistas e irresponsables. En vez de mirarse a la cara y
buscar soluciones, viven de espaldas unos de otros; como mucho se miran de
refilón y con recelo. En vez de mostrar iniciativas parece que están esperando
a no se sabe muy bien qué, quizás a que un golpe de fortuna, una directriz
europea o un mandato divino ponga remedio y sentido. A nivel regional, o
incluso local, las cosas no están mejor, basta una simple mirada a la
disposición de estos bancos en un pequeño vecindario para constatar lo difícil
que es hoy día iniciar cualquier tipo de diálogo.
miércoles, 8 de marzo de 2017
306. Visibilidad
¿Me puedes
explicar, Homero, por qué una mujer tan bella, maravillosa y estupenda, por
cuya belleza aqueos y troyanos se
enzarzaron durante más de una década en una guerra, como todas las guerras,
trágica y absurda, no tiene una mayor presencia en tu poema? Entiendo
que la Ilíada es una obra que hay que entender en su contexto y sé que se trata
de una epopeya concebida para mayor gloria de dioses y héroes. Pero, hombre, aparte de
esa brevísima y plañidera intervención en la que Helena lamenta la pérdida de Héctor, podías haberle concedido algunas frases más con las cuales nos podría haber hablado algo de sí misma, y no sólo de su cuñado. Nos podía haber hablado, por ejemplo, de lo que opinaba ella de todo el lío que se montó, en teoría, por su culpa. Vamos, que podrías haberla hecho un poco más
visible, digo.
martes, 7 de marzo de 2017
305. Primer mundo
En el tercer
mundo, pongamos por caso en el altiplano de un país andino, en una aldea de
una república subsahariana o en un recóndito poblado a los pies de la cordillera
del Himalaya, esta simple y solitaria pieza de plástico puede ser mucho más que
eso. Puede convertirse en cualquier cosa y mucho más, puede volverse una bota
de fútbol, un barco a vapor, el camión de Médicos sin Fronteras, un generador
eléctrico, una fábrica de harinas, una caja de lápices de colores, un avión de
suministros, una planta potabilizadora de agua, el palacio de un príncipe, el
podio de unos juegos olímpicos, una escuela, un teléfono móvil, una caja mágica capaz de convertir las piedras en chocolate y tantas cosas más. En el
primer mundo, en cambio, tengo la sensación de que sólo es una inútil pieza
de Lego que no sirve para nada. Como mucho, y siempre y cuando que se consiguiesen reunir algunas piezas más, serviría para construir un muro.
304. Sonrisa salvadora
En la entrada
nº 291 (6 de junio del 2016), se daba cuenta de la historia de una sonrisa que
evitaba que un hombre solitario se tirase desde un quinto piso. No conozco a
ninguno de los dos protagonistas de aquella historia, pero el pasado fin de
semana, poniendo orden en mi archivo fotográfico me topé con esta imagen y no
sé muy bien por qué, pero se me antojó que la sonrisa salvadora bien podría parecerse
a ésta.
sábado, 21 de enero de 2017
302. Álbum de fotos
En Navidad se prodigan las reuniones familiares y con
amigos durante las cuales se evocan numerosas vivencias del pasado. Se trata de
vivencias que conforman una especie de memoria compartida, una base de datos
común. Y claro, unos más y otros menos, pero todos nos emocionamos e
intentamos, felices y contentos, aprovechar estas reuniones para actualizar
nuestras propias bases de datos, nuestras propias memorias, como quien repone
las imágenes que se habían ido cayendo de su álbum fotográfico. Pero al reponer
esos datos, recuperados de esa memoria compartida, uno comprueba descorazonado
cómo el paso del tiempo ha ido restando volumen, brillantez y definición a
todos esos recuerdos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)