viernes, 19 de junio de 2020

438. Signo de admiración

Esta foto es una joyita. No destaca por su calidad técnica, porque no fue hecha con esa intención. El propósito fue más bien funcional, testimonial. Aún así, posee un componente emocional que la convierte en una pequeña obra de arte. Aquí el toque artístico o creativo y lo que la singulariza, no se consigue a través de la técnica, sino a través del sentimiento. Un sentimiento que quedó plasmado por el lugar y el momento (día y hora) en que fue disparada la foto, por el texto que la acompañaba y, sobre todo, por el uso que se le dio. Aunque la foto no es mía, seguí el consejo de un profesor de fotografía con el que ya he realizado unos cuantos cursos, y que suele insistir mucho en que hay que darle siempre unas cuantas vueltas a un trabajo fotográfico antes de quedarse con la versión definitiva, tanto si se trata de una foto única como si se trata de un proyecto, y me tomé la libertad de darle una vuelta, una sola, para que la imagen representase un signo de admiración.

sábado, 13 de junio de 2020

437. Zona cero

La ficción siempre ha sido un refugio, un lugar a donde escapar de rutinas, de vidas anodinas, de situaciones angustiosas. Pero casi siempre eran huidas pasajeras. Leías un libro, veías una película o una obra de teatro, visitabas una exposición de pinturas o de fotografía, te evadías, pero luego volvías a la vida diaria, como se suele decir, con las pilas cargadas. Pero la situación actual, primero con el confinamiento y después con la distancia social y todo eso que se ha dado en llamar nueva normalidad es muy distinta, muy radical, tanto que por momentos puede llevarle a uno al límite. Ahora uno lee un libro y no quiere que se acabe nunca, igual pasa con una película, o al contemplar un cuadro o una fotografía. Uno quisiera poder entrar en la novela, en la película, aventurarse en el paisaje reflejado en una fotografía o en una pintura, perderse por sus senderos, que no sabes a dónde llevan, entrar por la puerta de ese edificio que tanto te seduce. O conocer a ese personaje que te genera tanto misterio y tanto te atrae, tal como hacía la protagonista en La rosa púrpura de El Cairo, de Woody Allen. Leí hace poco unas declaraciones de la fotógrafa Flore Beleva en las que decía que tenía miedo porque ahora cuando miraba una serie, le parecía que los actores tenían una vida real y la suya era de ciencia ficción. Un sentimiento que yo comparto y que me invade varias veces a lo largo del día. Cuando, por ejemplo, me pongo a revisar fotografías en la pantalla del ordenador, pienso con frecuencia que estoy en el lado equivocado de la pantalla. Me pasa sobre todo con retratos, tengo la extraña sensación de que no soy yo quien revisa fotos, sino que son las personas retratadas las que me observan y me revisan a mí. La fotografía que acompaña esta entrada ha sido hecha hace ya un par de años y forma parte de un proyecto gestado, por lo tanto, antes de que comenzase la pandemia del Covid 19, pero que ahora con la situación que estamos viviendo está de rabiosa actualidad. Los tres personajes que se ven en la imagen se encuentran justo en esa zona de transición entre realidad e irrealidad, entre una realidad ficticia y una ficción real, una especie de zona cero en la que los protagonistas de la escena tienen todavía la libertad de poder elegir a qué lado pasar. De hecho, uno diría que están intentando ponerse de acuerdo antes de dar el paso definitivo. Desde aquí les deseo a los tres mucha suerte para que tomen la decisión correcta. Tengo que reconocer que a mí la fotografía, además de parecerme muy buena, me reconforta y me angustia a partes iguales.

(fotografía: Joss Pereira)

436. Pregunto

Qué gallego no tiene un primo en Uruguay, un amigo en la Diputación, un conocido en el infierno y un fantasma (o alma en pena) en casa. Pregunto.