viernes, 30 de septiembre de 2011

64. ¡Menudo pájaro!

Ya son pocos, pero todavía queda algún fotógrafo de los de antes, de esos que montan sus cámaras de madera sobre un trípode y esconden la cabeza debajo de un paño de terciopelo negro cuando preparan el negativo o cuando revelan la foto. Algunos incluso montan esos decorados de mentira donde el turista, o cualquier paisano que esté de paso por la ciudad, introduce la cabeza por un agujero de la lona para dejarse retratar con la identidad de un astronauta, de un cura o del oso Yogui.
En una ciudad centroeuropea, cuyo nombre ahora no recuerdo, me encontré no hace mucho a uno de estos fotógrafos, muy viejo ya. Tenía montada su cámara al lado de un estanque, pero no para retratar turistas o paseantes, sino –vivir para ver- aves migratorias. En un momento en que el viejo fotógrafo no tenía ningún cliente que atender me acerqué a él y le pregunté por qué hacía unos encuadres tan poco ortodoxos, donde casi todo era agua y apenas se veía al pato en una esquina. El viejo muy amable sonrió y me confesó que así se lo había pedido el propio pato, pues al parecer cuando llegara a su destino en África éste quería presumir un poco delante de las aves africanas de lo bien que vivía en Europa. ¡Menudo pájaro!

No hay comentarios:

Publicar un comentario