viernes, 28 de julio de 2023

496. Morriña

En Galicia suele llover mucho, pero últimamente lo hace menos. Mucho menos. Algunos gallegos y gallegas lo celebran, pues les gustaría vivir en una Galicia con un clima mediterráneo. Otros, en cambio, se lamentan o incluso se cabrean porque llueve tan poco. Pero una mayoría silenciosa, entre la que me incluyo, no hace ni lo uno ni lo otro, sino que se consuela sintiendo morriña, un estado de ánimo que desde siempre ha estado muy ligado a la lluvia. Siente morriña no sólo por el agua, ese elemento tan necesario y que aquí, dicen, es arte; sino también morriña por ese arco iris que en tantas ocasiones la acompaña. 

Por cierto, en Galicia las mayorías, para bien o para mal, casi siempre son silenciosas, salvo casos muy contados como cuando el movimiento Nunca Máis, pero ésta es otra historia.  

jueves, 13 de julio de 2023

495. Tipos

Con ocasión de una exposición de Fotoforum Compostela aproveché mis turnos de vigilancia para observar a los visitantes y tomar notas acerca de sus actitudes y comportamientos. En dos días conseguí elaborar una lista con una treintena de tipos diferentes. He aquí unos cuantos.

Alérgico.- Inquieto, nervioso, se mueve mucho. Se aproxima con recelo a las fotografías. Cambia constantemente de pose. Se rasca y se toca distintas partes del cuerpo: el mentón, la oreja, la ingle.

Castrense.- Presta atención a todas las fotos. Se planta firme delante de cada una de ellas. Las manos en la espalda y las piernas ligeramente separadas. Mira con gesto displicente como si estuviese leyendo la cartilla a un soldado.

Desafiante.- Va buscando pelea. Sólo se para delante de aquellas fotografías que no le gustan. Las mira con desdén y da la cabeza.

Enamorado.- Acude con su pareja. Ambos muestran mucho interés por la exposición. Se diría que están buscando alguna fotografía para incluir en una lista de bodas. No se ponen de acuerdo.

Esnob.- Parece estar haciendo tiempo. No se quita las Ray-Ban en ningún momento. Pasa de largo en la mayoría de las fotos. Especialmente ante las de tonos más oscuros.

Forense.- Se acerca mucho a las fotos. Se interesa por todos los detalles técnicos. Le vendría bien una lupa. Más que mirar o contemplar las fotos, las escudriña, las huele, saborea.

Frenético.- Pasa por la exposición a toda prisa. Está pendiente del whatsapp y del Facebook. Fotografía algunas fotos de forma, parece, aleatoria. Con la intención, supongo, de mirarlas con calma una vez en casa.

Frívolo.- Va en pareja, se para delante de la mayoría de las fotos. De todas hace algún comentario, sospecho que jocoso, pues su acompañante se ríe sin mucha discreción.

Indiferente.- Pasea arrastrando los pies y con las manos en los bolsillos. Realiza el recorrido completo. Pero cualquier cosa lo distrae: un ruido, un extintor, unos ojos azules. Es capaz de pasar ante tres o cuatro fotografías sin prestarle la más mínima atención.

Mayordomo.- Camina con paso solemne a poca distancia de las fotografías. Su mirada es analítica, como si estuviese comprobando la pulcritud y brillo de los marcos y que estos estén correctamente alineados.

Nihilista.- Acude acompañado, se planta en una esquina de la sala con los brazos cruzados y la mirada perdida. Espera pacientemente que su acompañante termine de mirar todas las fotos y el calzado de los de visitantes.

Padre.- Se hace acompañar de su hija de unos seis o siete años. Ambos deambulan por la sala como por un centro comercial. Él sólo muestra interés por las fotografías que le señala la niña.

Penitente.- Se detiene ante cada una de las fotografías, con sentimiento, respeto y devoción. Cual cofrade en un vía crucis.

Perezoso.- Descubre que un vídeo muestra en bucle las mismas fotografías que están expuestas y opta por ver la exposición sentado en una silla de tijera.

Polizón.- Entra en la sala asustado y timorato. Se siente muy lejos de su zona de confort. Teme molestar a alguien o que alguien le recrimine por algo o, quien sabe, le robe la cartera. Todo el tiempo que permanece allí está al acecho. Las pocas fotografías que ve las mira por el rabillo del ojo.

Profesional.- Sólo se acerca a ver unas cuantas fotografías, con más curiosidad que interés. Cuesta hacer conjeturas acerca del criterio de selección.

Respetuoso.- Se mueve por la sala como si se encontrase en un tanatorio. Parece que va buscando a los familiares del fotógrafo para darle el pésame o, en su defecto, la enhorabuena.

Sigiloso.- Casi pasa desapercibido, pero su caminar felino lo delata. Se mueve por el recinto como si estuviese buscando algo: una obra que poder llevarse, el cuarto de baño o un lugar discreto en el que montar su propia exposición clandestina. Es, de todos, el tipo con el que más me identifico.

Ahora que lo pienso, la actitud con la que todos estos tipos pasan por una exposición fotográfica, no creo que difiera mucho de la actitud con la que transitan por la vida.

                                                                              

viernes, 7 de julio de 2023

494. Muros

Hay diferentes tipos de muro, unos son de gran utilidad, como los muros de carga, los muros de contención o los muros cortafuego. Otros, en cambio, no lo son tanto o cuando menos tienen una utilidad un tanto dudosa, como los muros que marcan lindes o de defensa. Estos últimos prometen protección y seguridad, pero con demasiada frecuencia suelen acabar teniendo una función opuesta a aquella para la que han sido construidos. Los muros que circundan un recinto penitenciario o un convento de clausura son dos buenos ejemplos. Tienen dos caras, dos lados, y tanto sirven para proteger como para aislar o enclaustrar y no siempre resulta fácil distinguir en qué lado se encuentra uno, si en el libre o en el carcelario. 

Eso fue lo que sucedió durante veintiocho años en Berlín. Los habitantes de la RDA se creían libres y consideraban prisioneros del consumismo a sus vecinos hermanos de la RFA. A su vez, estos últimos también se sentían libres y veían a los habitantes de Berlín oriental reos del comunismo. Ahora que caigo, resulta sorprendente el parecido de los términos consumismo y comunismo, prueba de que a veces los extremos se tocan.

En general y por definición todo muro, llámese de Adriano, de Facebook o de las lamentaciones, restringe el campo de visión y coarta enormemente la percepción de la realidad. No es preciso echarlos abajo de forma precipitada y violenta, pero sí conviene ir abriendo vanos para que empiece a correr el aire y para poder ver y comprender lo que pasa al otro lado. Pues al otro lado de un muro también hay vida, y me atrevería a decir que no pocas veces más y mejor vida.