lunes, 17 de diciembre de 2012

131. Energía positiva

Existen dos Galicias. Una es ágil e inquieta e intenta ver más allá de sus fronteras y, sin que ello suponga renunciar a su idiosincrasia, aspira a subirse sin complejos a los vagones de vanguardia. Esta Galicia se esfuerza en ser creativa, productiva y moderna, y para lograrlo busca sustancia en casa e inspiración fuera, y viceversa, con la esperanza de que un día ella misma pueda exportar ideas, saber y arte, en vez de mano de obra, y con la esperanza también de que quien nos visite lo haga para descubrir lo que somos y no lo que hemos podido ser. La otra, en cambio, es una Galicia encerrada en si misma, que sólo se emociona con lo autóctono y ve en el forastero sólo a un cliente. Es una Galicia rústica (que no rural) a la que le gusta la gaita más por gallega que por gaita y que rechaza todo aquello que no entiende, una Galicia acomplejada que recela de su propia sombra y sin embargo confía en un azar que siempre le ha sido esquivo. En cualquier caso las dos Galicias están condenadas a convivir y, para bien o para mal, tan gallega es una como la otra. Además, esa convivencia no tiene por que ser algo negativo, pues los pueblos, al igual que las personas, para poder progresar deben empezar por reconocerse primero sus miserias y potenciar luego sus virtudes. Y sabido es que de la tensión entre contrarios (como la que se produce entre los dos edificios de la foto, que parece se miran con recelo) puede ser un buen generador de energía positiva.

1 comentario:

  1. Un comentario muy alentador sobre Galicia contemporánea y el edificio "estilo Lego" poco a poco levantandose, pero altamente visible, en el
    fondo lo dice todo.

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