Vuelven
a sonar los tambores de guerra en Oriente Medio y, cada vez más, prensa y
televisión muestran imágenes de soldados enfundados en sofisticadas armaduras
que me traen a la memoria escenas de aquellas batallas entre el ejército
imperial y las fuerzas rebeldes que tanto me hicieron disfrutar cuando vi por
primera vez La Guerra
de las Galaxias en el hoy desaparecido Cine París de A Coruña. Entonces, la
tensión y la angustia que me produjo la amenaza de que el enfrentamiento entre
aquellos ejércitos futuristas tuviese un desenlace trágico era un simple
recurso narrativo, un mero juego estético-psicológico del guionista, pero lo
que ahora me angustia y preocupa no es un recurso narrativo, ni un juego estético.
Es un juego, sí, pero un juego muy peligroso, una especie de ruleta rusa que se
viene jugando en Irak y en Irán; también en Corea del Norte y Pakistán, y ahora en
Siria; hasta que un día un general envalentonado apriete el gatillo de verdad y
nos mande a todos al carajo.
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