miércoles, 15 de agosto de 2018

363. El otro

Le dan miedo los ascensores, por eso antes de entrar suele introducir primero la cabeza y mira a izquierda y derecha, como si fuese a cruzar la calle. Cuando vio el espejo que cubre todo el lateral derecho del ascensor preguntó - ¿y por aquí a dónde se va? Le dije muy convencido que a ningún sitio, pero su pregunta me dejó muy intrigado. ¿Cómo podemos estar seguros de que ese espacio que se abre ante nosotros cuando nos plantamos delante de un espejo no lleva a ningún sitio? ¿Cómo podemos saber que nosotros somos la persona real y el otro, la imagen que nos devuelve el espejo, es sólo un reflejo? Seguro que ese otro, o presunto reflejo, piensa exactamente lo mismo que nosotros. Mientras intentaba responder a estas preguntas mi otro yo me observaba con semblante serio y desafiante. Ellas dos, en cambio, se miraban muy relajadas, incluso descubrí una desconcertante complicidad en sus miradas. El trayecto hasta la cuarta planta se me hizo eterno y cuando se abrió la puerta y pude salir al rellano, sentí un gran alivio. Pero desde entonces tengo la sensación de que ya no soy el mismo.

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