martes, 4 de septiembre de 2018

365. Una lástima

Este verano fui testigo de una conversación que un grupo de amigas mantuvieron en la terracita de un bar. Hacía un día estupendo y por el volumen y el tono de sus voces deduje que debían estar celebrando algo. Un reencuentro, quizás. Estaban de muy buen humor, se atropellaban al hablar y reían muchísimo. En un momento dado una de las chicas lanzó una pregunta al aire, que cuál había sido la mayor locura que habían hecho por amor. Y fue aún más lejos, lo planteó como una competición: la que hubiese hecho la locura más grande, esa no tendría que pagar en la cena que iban a celebrar esa misma noche. Todas aceptaron en seguida, imagino que porque cada una de ellas se veía la más loca y romántica del grupo. La primera no tardó en apuntar que una vez había hecho un viaje de Santiago de Compostela a Vancouver con no recuerdo cuántas escalas para felicitar en persona a su novio por su cumpleaños. Otra confesó que se había tatuado a la actriz fetiche de su pareja en el brazo. La tercera dijo que su locura había sido perder la amistad de su mejor amiga, a la que le había levantado el novio. Aquí las risas fueron en un tono moderado, pero al exclamar la cuarta: - <<¡Ponerme tetas!>> un nuevo aluvión de carcajadas inundó toda la terraza. La última estaba contando que la mayor locura que había hecho por amor había sido casarse. En ese momento recibí una llamada y tuve que levantarme y alejarme un poco del lugar para encontrar un poco de intimidad. Cuando terminé de hablar volví a mi mesa, pero las cinco chicas ya se había ido y me quedé sin saber cuál de ellas había resultado la ganadora del reto. Una lástima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario