viernes, 2 de abril de 2021

459. Toro mecánico

La pasada noche he vuelto a tener uno de esos desvelos productivos en los que el cansancio y la ansiedad por no poder conciliar el sueño se compensan con un buen recuerdo o con una idea para una nueva relatografía. En esta ocasión se trató de un recuerdo que creía olvidado y apareció, así de repente. Una historia que me contó hace tiempo un amigo al que echo mucho en falta, pues se murió no hace mucho por haberse clavado una espina de lubina salvaje en el corazón (véase la entrada nº 448). En realidad, más que una historia es una simple anécdota, pero las anécdotas que contaba mi amigo casi todas son fácilmente convertibles en historias o en relatos breves. En este caso se trata de una confesión extraña, muy en su estilo. En aquella época mi amigo estaba saliendo con una chica un tanto peculiar y me contó que una noche había acudido con ella a una discoteca en la que aquel fin de semana habían instalado como atracción un toro mecánico. A él le había parecido bastante vulgar y ridículo aquel espectáculo, en el que un cliente, por lo general pasado de copas, intentaba infructuosamente sostenerse sobre un artefacto que mostraba un lejano parecido con un toro de lidia y que se sacudía de forma endiablada en todas direcciones. Y no sólo eso, además, en ese ingenio había visto reflejada la turbulenta relación que estaba teniendo en aquel momento con aquella chica. A mí la descripción de su relación sentimental me pareció muy gráfica y precisa. Y también, todo hay que decirlo, muy ocurrente. No pude menos que preguntarle, que con quién de los dos se sentía él identificado, si con el toro o con el jinete. A lo que él, con semblante muy serio y la mirada perdida en el infinito, repuso que ese era el problema, que no lo sabía. 

2 comentarios:

  1. Excelente relato José Manuel y muy metafórico pero más próximo a la realidad

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  2. Gracias, Xabier. Tardé un poco en responder, pues tuve el blog un poco abandonado ...

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