lunes, 18 de octubre de 2021

474. Cenizas

Siempre me he preguntado a dónde irán a parar todos esos recuerdos que uno va acumulando a lo largo de una vida una vez se apague la memoria que los retiene, seguramente sublimados. En el mundo en que vivimos, en el que todo es cada vez más virtual: las comunicaciones, las transacciones económicas y comerciales, incluso el sexo o los sentimientos, no creo que tarde mucho en aparecer una plataforma digital que nos ofrezca espacios virtuales, nubes las llaman por ahora, en los que almacenar recuerdos, emociones y sentimientos hasta el fin de los siglos. La verdad es que cuesta aceptar que los recuerdos (me refiero a los bonitos) acabarán absorbidos por un agujero negro en otro espacio, el sideral. Antes de llegar ahí prefiero incinerarlos en vida y depositarlos en los lugares en que fueron generados, como quien devuelve a la vida lo que la vida le ha dado, sin rencores ni nostalgias, sino con serenidad y gratitud. Reflexiones de este tipo casi siempre surgen cuando el verano toca a su fin, y no me refiero sólo al verano estacional, sino también al emocional. Las emociones, de esto estoy totalmente convencido, también tienen sus estaciones; con toda la nostalgia que conlleva todo fin de ciclo, pero al mismo tiempo también con toda la ilusión que genera el inicio de otro. Este verano, en un primer momento sin ser muy consciente de ello, he incinerado bastantes recuerdos y los he ido esparciendo por distintas playas de la geografía española: durante numerosas caminatas por la mañana temprano por la playa de Razo; durante un paseo entrañable en la mejor de las compañías por la playa de el Saler; por los arenales de Benidorm, rodeado de humanidad, feísmo exótico y poesía (donde ha sido disparada la foto de esta entrada); o en una paradisíaca calita de El Grove donde tuve ocasión de recibir el otoño esparciendo el último puñado de cenizas en un mar sin olas, translúcido y sereno.

2 comentarios:

  1. Azar o casualidad, el caso es que coincidiendo con el final del verano también surgió en mí la necesidad de esparcir alguno de mis más potentes recuerdos aquellos espacios en dónde la realidad los un pasillo, una sala, una mesa,un envoltorio de kitkat... Contribuyeron a no sé si enterrar o desenterrar recuerdos vivencias y emociones

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  2. ... el final de verano (o principio de otoño) es lo que tiene ... aunque en el texto hablo de incinerar, en el fondo es más un deseo que una realidad, una especie de liturgia, los recuerdos no los incinera uno, sino la propia memoria (cuando puede), uno hace el vano intento de borrar los malos recuedos y quedarse sólo con los buenos, pero ambos están hechos un ovillo muy difícil de desenredar ...

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