viernes, 18 de agosto de 2023

497. Catarsis

En un ejercicio de introspección y autoconocimiento me propuse buscarme a mí mismo en el diccionario. Tomé una letra, la P. No al azar, sino porque por esta grafía comienzan mis dos apellidos, Pena (ladys first, please) y Pérez, y me puse a buscar palabras que, bien por afirmación, bien por negación, me permitiesen esbozar un perfil de mi personalidad.

Así, de entrada y sin más preámbulos, puedo afirmar de manera bastante objetiva que soy (o me siento): peregrino (hasta la fecha, pentaperegrino), profesor (con miles de horas de vuelo), paluseiro (desde hace poco), políglota (desde siempre), photógrafo (así con ph, que tiene más enjundia), prosista (poeta me viene grande), pasajero (a veces también polizón), picheleiro (de adopción) y pintor (de brocha gorda y fina, con suerte dispar en ambas disciplinas).  

Me identifico también con conceptos encontrados en el diccionario como: pagano (tanto en un plano religioso como mercantil), paleógrafo (por deformación profesional), persona (en todas sus acepciones), paquidermo (en un sentido metafórico), paradójico (unas veces por defecto, otras por exceso), puntual, perfeccionista (que no perfecto), paciente (más de lo debido), pandillero (como todo quisqui, en mi tardo adolescencia), pajero (por la misma época, sobre todo), presumido (en el buen sentido de la palabra y nunca con corbata), precavido (por instinto de supervivencia), previsor (hasta donde mi falta de previsión me lo permite), payaso (en el mejor sentido de la palabra), peatón (por supuesto, y mucho), periférico (como buen gallego que soy, aunque habrá quien afirme lo contrario), preguntón (y mucho, también en las aulas), peliculero (por mímesis y también para sacarle brillo a escenas cotidianas y anodinas del día a día), pesimista (por necesidad, para mantener a raya mi a veces desaforado optimismo).

También me definen palabras como persistente o perseverante (menos de lo que sería de desear), parsimonioso (cuando el tiempo lo permite y la ocasión lo requiere), patético (a veces, para qué negarlo), paticorto (alguna vez, jugando al baloncesto), pardillo (ocasionalmente, pero menos de lo que algunos y algunas se han creído), pecador (sólo en un sentido bíblico), pelma o pesado (seguro que también, en determinados momentos, por falta de reflejos, posiblemente), perezoso (a ratos y según para qué cosas, lo llevo en el ADN), perspicaz (en momentos de mucha lucidez, que también los he tenido), persuasivo (con sus más y sus menos), pelota (por necesidad, cuando se me agotan los argumentos), promiscuo (bastante, también en el plano sexual, pero sólo cuando no he tenido pareja).

Pero para nada me definen calificativos del tipo: prepotente, pomposo, peligroso, parásito (a sabiendas), pusilánime, pedante (aunque a veces pueda parecerlo), patriota (pero sí paisano, ciudadano, con verdadera devoción), patriarcal, paleto (a pesar de que alguna vez doy esa imagen), preferido, pretencioso (por lo menos de manera consciente), perjuro (la palabra en sí ya me infunde pavor), perverso (si lo he sido alguna vez, no lo he sentido como tal), pijo (qué decepción si sé que alguien me ve así), popular (ni en su acepción política, ni social), patricio, plebeyo (no me gusta nada esta dicotomía), pirómano (aunque no por falta de ganas) …

Me he dejado muchas otras palabras que empiezan por P en este ejercicio, pero en aras de la brevedad y de la concisión creí oportuno ser selectivo. Estoy convencido de que personas habrá, amigas y enemigas, que tendrán un criterio que difiere mucho de este perfil y afirmarán que este texto no me retrata. Es bueno que sea así, pues las personas no somos robots, entes previsibles, sino seres complejos, con personalidades llenas de matices, contradicciones y en continua evolución. 

Creo que viene bien un poco de catarsis ahora que este blog se aproxima a su fin (ya sólo faltan tres entradas). En cualquier caso, éste no deja de ser un pequeño experimento sin ningún rigor científico, es un mero divertimento, puro ejercicio de estilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario