lunes, 15 de agosto de 2022

484. Anclajes

Con respecto a mis fotos han llegado a formularme todo tipo de preguntas: que qué tipo de cámara, objetivo, modo, ISO, balance de blancos, etc. había utilizado; que dónde o cómo la había disparado; que qué quería decir o contar con la foto; que por qué la había hecho de una manera y no de otra; que por qué la había editado en blanco y negro y no en color o viceversa; incluso han llegado a preguntarme si la foto era realmente mía, lo que yo siempre he entendido como el mayor de los halagos. En esta ocasión la pregunta fue muy simple y muy directa: ¿por qué has hecho esa foto? No recuerdo lo que contesté exactamente en ese momento, seguramente alguna obviedad del tipo: porque me gustó la escena. Por razones que nada tienen que ver con la teoría y estética fotográficas, ese día tuve una noche de desvelos y en los momentos de vigilia, a falta de otra ocupación, me entretuve en la cama dándole vueltas a esa pregunta. Por la mañana temprano cuando salí a comprar el pan ya tenía la respuesta.

Hay muchas razones para disparar una fotografía, no es preciso enumerarlas pues sería una lista interminable. Pero de todas ellas, personalmente considero que una de las más genuinas, lo que nos empuja a disparar una determinada fotografía es el intento de anclar la emoción de un instante en el tiempo.

Gracias Meni y Davide por vuestra hospitalidad, y también por la pregunta.


martes, 12 de julio de 2022

483. Laberintos invisibles

Hoy todo el mundo escribe (yo también), pero casi nadie lee (yo muy poco). Todo el mundo habla, dice cosas, pero nadie escucha. Todos miran, pero nadie ve. Todos piensan (yo también), mas pocos razonan (no sé qué decir). Todos dicen, afirman, pontifican y nadie duda. Todos toman, pero nadie pone, o repone. Todos ensucian (yo también y mucho), mas nadie limpia (yo apenas). Todos van y vienen, pero nadie llega. Todos pagan, pero sólo unos pocos, muy pocos, cobran. Hoy todo el mundo teoriza (un servidor también), pero casi nadie actúa. Es como estar encerrado en un laberinto de paredes invisibles, una sensación angustiosa que no consigo quitarme de encima.