martes, 24 de enero de 2012

71. Papá Noel

Atrás quedó la vorágine navideña con todos sus arrebatos consumistas compulsivos, con toda su felicidad forzada y fingida, con todas sus vanas esperanzas e ilusiones. La vida va recuperando poco a poco su ritmo habitual y la gente ya vuelve a saludar como siempre, vuelve a sonreir con naturalidad y se (pre)ocupa más de lo concreto y menos de lo abstracto. Y es que la época navideña se parece mucho a una campaña electoral. En ambos casos nos abruman con consignas, frases hechas, promesas de felicdad y otras mentiras, ante las que buena parte de los contribuyentes, antes o después, acabamos sucumbiendo ingenuamente. Mas, como no hay mal quien cien años dure (ni cuerpo que lo aguante), de repente un día el ruido cesa y la vida vuelve a ser la de antes: reina de nuevo la normalidad, la resignación sustituye a la euforia y la indiferencia a la ilusión. Aunque siempre quedan residuos olvidados por las esquinas, como carteles de candidatos vencedores cuya sonrisa (ahora sí) comprendemos que ya se intuía falsa, o papá noeles agotados, resacosos y confundidos que parecen no saber cómo volver a casa.

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