En
España tuvimos un rey cuyo reinado suele destacarse en los libros de historia
como una época de esplendor cultural y
poderío político mundial. El
rey, de origen alemán, era políglota, pragmático y metódico. Cuentan que este rey, que se llamaba Carlos, hablaba con Dios en
español, de política parlamentaba en francés, de amor lo hacía en italiano y el
alemán lo reservaba para comunicar con los caballos. Es, por lo tanto, muy
probable que en algún momento de su biografía personal o política haya pronunciado
frases como “tengo tantas dudas, ahora es cuando más te necesito”, “ce
n’est pas ma guerre”, “mi dispiace molto, non succederà più”, “halte still, meine Schöne, ansonsten kann
ich dich nicht besteigen”(1). Nuestro
actual rey, Juan Carlos I, se jubila y los manuales de historia contarán que su
reinado, es justo reconocerlo, coincidió con la época de convivencia
democrática y pacífica más duradera de la historia de España, época durante
la cual los ciudadanos de este país gozamos de unas libertades, progreso y
bienestar social nunca antes vistos. Es el actual también un rey políglota,
probablemente también bastante pragmático, pero desconozco si metódico. En cualquier caso y puestos a especular, es muy probable
que a lo largo de su reinado haya tenido ocasión de repetir alguna de las
frases de su antecesor en el cargo quinientos años antes. Aunque quizás combinando
idioma y contexto a su manera, por ejemplo teología y francés, política e italiano, equitación y español y, por qué no, amor
y alemán. Otras combinaciones también son posibles.
(1) “Estate quieta, bonita, de lo
contrario no podré montarte”
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