martes, 16 de febrero de 2016

277. El pintor


La maestría con la que pintaba los bisontes y los ciervos en las paredes de la caverna provocó la admiración de los suyos, lo consideraban un experto conocedor de esos bichos y también del arte de la caza. Así fue que en la siguiente primavera le pidieron que acompañase a los cazadores en la primera salida. La vanidad pudo más que su cojera y el pintor aceptó ufano. Tras dos días de agotadoras caminatas se toparon con una manada de bisontes pastando apaciblemente en el claro de un bosque. Un macho se apartó del grupo y salió como un rayo a defender su territorio. El que peor suerte corrió fue el pintor. Su pérdida causó una gran conmoción en la tribu. 

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