Los primeros pasos fueron difíciles, pero el terreno
irregular en las verbenas ayudó a disimular. Luego, la penumbra de las
discotecas cumplió su función. Más tarde llegarían las indigestiones de merengue y salsa. Como colofón, una noche en Berlín descubrí que sabía bailar polka.
Hoy, que me falta cintura ya para tantas cosas, prefiero ver los toros desde la
barrera. Guardo un recuerdo entrañable de aquella joven pareja de enamorados bailando
a la primera luz del día en el malecón de la Habana o de estos dos veteranos
que parecen llevar toda la vida ensayando para protagonizar este momento
irrepetible.
fotografía: colectivo Área3 Photo https://area3photo.blogspot.com/
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