viernes, 7 de julio de 2023

494. Muros

Hay diferentes tipos de muro, unos son de gran utilidad, como los muros de carga, los muros de contención o los muros cortafuego. Otros, en cambio, no lo son tanto o cuando menos tienen una utilidad un tanto dudosa, como los muros que marcan lindes o de defensa. Estos últimos prometen protección y seguridad, pero con demasiada frecuencia suelen acabar teniendo una función opuesta a aquella para la que han sido construidos. Los muros que circundan un recinto penitenciario o un convento de clausura son dos buenos ejemplos. Tienen dos caras, dos lados, y tanto sirven para proteger como para aislar o enclaustrar y no siempre resulta fácil distinguir en qué lado se encuentra uno, si en el libre o en el carcelario. 

Eso fue lo que sucedió durante veintiocho años en Berlín. Los habitantes de la RDA se creían libres y consideraban prisioneros del consumismo a sus vecinos hermanos de la RFA. A su vez, estos últimos también se sentían libres y veían a los habitantes de Berlín oriental reos del comunismo. Ahora que caigo, resulta sorprendente el parecido de los términos consumismo y comunismo, prueba de que a veces los extremos se tocan.

En general y por definición todo muro, llámese de Adriano, de Facebook o de las lamentaciones, restringe el campo de visión y coarta enormemente la percepción de la realidad. No es preciso echarlos abajo de forma precipitada y violenta, pero sí conviene ir abriendo vanos para que empiece a correr el aire y para poder ver y comprender lo que pasa al otro lado. Pues al otro lado de un muro también hay vida, y me atrevería a decir que no pocas veces más y mejor vida.

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