martes, 9 de octubre de 2012

112. Pesadilla en la A6

Este verano, circulando por la A6 camino de A Coruña, al dejar atrás Madrid vi la cruz del Valle de los Caídos en la ladera de la sierra del Guadarrama, solitaria, vigilante y celosa de la capital de España. No sé si fue por un efecto óptico de la atmósfera, si por una excesiva graduación de mis nuevas gafas de sol, o por haber estado hojeando minutos antes un par de diarios de tendencia conservadora en el quisco del área de servicio, pero el caso es que me dio la sensación de que el mausoleo franquista había crecido y seguía aumentando gradualmente de tamaño. Por suerte tardé poco en entrar en el túnel del Guadarrama y al salir al exterior al otro lado de la sierra me sentí como si hubiera despertado de una pesadilla. Pero como suele pasar en esas películas malas de Hollywood, en las que cuando uno cree que el peligro ya ha pasado, un nuevo monstruo acecha al protagonista, ahí estaba delante de mí, una vez más, el monóculo extraterrestre (quien haya leído la entrada número 5 de este blog conocerá el porqué de mi aversión a los espejos redondos).  

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