domingo, 24 de abril de 2016

288. De película


Uno ya está a punto de cruzar el ecuador de los cincuenta, caminando con inconsciente parsimonia, melancólico entusiasmo e intrépida cobardía hacia los sesenta, mas algunas dudas siguen ahí, lacerando, molestando o simplemente tocando las narices. Habré visto Casablanca una docena de veces y otras muchas más veces he jugado a imaginarme posibles desenlaces alternativos de la historia, pero a día de hoy sigo sin encontrar un final que mejore al ya conocido, aunque éste no acabe de convencerme. Las historias que nos cuentan en el cine continúan aun después de aparecer The End en la pantalla y a los personajes no les queda más remedio que seguir enfrentándose a sus miedos, sus traumas y frustraciones sin la complicidad, empatía y cariño del público. Cada vez que intento imaginar cómo sigue la historia de Rick en Casablanca, este antihéroe siempre se me aparece consumido por el bourbon, los Chester sin boquilla y gritándole a Sam: ¡deja de tocar ya de una puñetera vez esa maldita canción, el público hace ya meses, qué digo, años, que abandonó el patio de butacas y ya no tiene ningún sentido seguir dramatizando nuestra mísera existencia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario