Cruzó a nado los ocho mares; escaló descalzo el monte de
las doce sabidurías; hizo sonar con su flauta de abedul las siete notas que
duermen al monstruo de las tres cabezas; aprendió el idioma de los pájaros que
vuelan libres y también el dialecto de los lagartos verdes; ayunó treinta días
y treinta noches encerrado solo en un bufé libre; descifró el enigma de los
nueve sellos con la última campanada que señalaba el comienzo del nuevo siglo.
Ahora empieza a ser consciente de que ya apenas le queda tiempo para sacarle
partido a tanto conocimiento.
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