domingo, 4 de febrero de 2018

338. Autos de choque


Es asombroso cuánta nostalgia cabe en una zapatilla… De adolescente esperaba las fiestas de San Juan con verdadera ansiedad y devoción. De toda la parafernalia festiva que inundaba el pueblo durante los días de fiesta con lo que más disfrutaba era sin lugar a dudas con los autos de choque. El nombre de la empresa [Autos de choque Morla – La Bañeza – León] forma parte de mi imaginario personal y el soniquete de bocinas que anunciaba el inicio y final de las carreras ocupa un lugar importante en mi memoria sonora. Mis amigos y yo averiguábamos ya el primer día cuáles eran los mejores coches: el rojo número 7, el plateado número 3, el blanco número 11. Eran los más rápidos y con los que se podían hacer las mejores piruetas sobre la pista. Incluso solíamos esperar en la plataforma cuando estaban ocupados hasta que alguno de ellos quedaba libre… Pero cuando alguna niña que nos gustaba estaba en la pista entonces nos subíamos en un bólido cualquiera y la perseguíamos para poder embestirla, a veces intentando hacerle el famoso bocadillo… Recuerdo una chica madrileña muy mona de coletas rubias que solía pasar parte del verano en el pueblo, a la que perseguíamos con especial encono. Con cada abordaje exitoso nosotros reíamos como bonobos vestidos de domingo, pero ella chillaba enojadísima y nos decía de todo: tonto, estúpido, salvaje, imbécil, cafre (la primera vez que escuchamos tal calificativo)… Pero nosotros éramos inmunes al desaliento, era la única forma que conocíamos para decirle a la chica que nos gustaba… Por las fiestas de San Juan yo siempre estrenaba un niki de cuello. Ese año llegué una noche a casa con el polo blanco y azul manchado de aceite de motor. Mi madre me regañó de lo lindo por haber estropeado el niki nuevo. No recuerdo muy bien si me castigó por ello (solía hacerlo con la zapatilla). Puede que no... 

Fotografía: Antonio Otero Vilas 

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