Al final de la calle se encontró con un muro
infranqueable. Era un callejón sin salida. Otros habían estado allí antes que él y esculpieron sus mensajes
y sus lamentos en el muro. No estaba seguro si darse por aludido, si esos
mensajes eran un reto o una sentencia. Dudar fue un buen punto de partida, pues
eso le obligó a pensar.
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