martes, 20 de marzo de 2018

349. Custom


Nunca me he subido en una Harley Davidson y en muy contadas ocasiones he podido admirar de cerca algún ejemplar. Pero he oído hablar de ellas a algún amigo motero durante horas, con auténtica devoción religiosa, con un inmenso orgullo e ingeniosas metáforas (una Harley no pierde aceite, marca su territorio). El de los moteros posiblemente sea un mundo sublimado por el romanticismo de algunas películas de género e interminables noches de cerveza, sexo y rock and roll. Pero el otro día -lucía un sol radiante- me volví a topar con una custom y tuve la sensación de que la vida a caballo de una de estas motos se tiene que ver de otra manera, más genuina, y sentí nostalgia de un pasado que nunca existió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario