Viene la enfermera de los ojos claros. Sonríe. Parece
preocupada. Me pasa la mano por el pelo. Con mucha ternura. Pone el reloj de
agua en hora. Ajusta el segundero. Comienza la cuenta atrás. Los segundos gotean.
Al compás. Con rapidez. Tic, tac, tic, tac. Pasan los segundos. Mas el tiempo
no avanza. Parece estar detenido. Enganchado en la rama seca que asoma por la
ventana. Escucho una voz conocida. Parece Mamá. Falsa alarma. No es ella. Es alguien
que viene a visitar a mi compañera de habitación. Los segundos siguen goteando.
El tiempo parado. El silencio.
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