miércoles, 10 de febrero de 2021

409. Abismo

El gran ventanal de la sala de estar se abre a un océano Atlántico enorme y poderoso, teñido todo de verde y plomo. Me asomo a la cristalera removiendo un capuccino de 50 céntimos con una cucharita de plástico. Cuando voy a darle el primer trago me entra un nuevo WhatsApp en un chat entrañable que vengo manteniendo desde hace un cuarto de hora: C’est le grand abîme du silence, le grand iconnu. Il n’y a rien a faire. Inmediatamente mi imagicación sitúa ese abismo al otro lado del horizonte atlántico. Un abismo frío y oscuro, devorador de memorias frágiles, incompletas y apagadas. Mas de repente un ajetreo de ruidos y voces a mis espalades me rescata de mis ensoñaciones y me vuelvo para ver qué pasa. Al ver correr una enfermera por el pasillo comprendo que el abismo no está en el horizonte marino, sino en la habitación 304 de aquel hospital.

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