Esta fotografía
fue tomada con un teléfono móvil, sin grandes alardes técnicos, pero sí con una
gran sensibilidad por esas cosas bellas que nos rodean en esta interminable
primavera. Es una imagen que procede de un jardín encantado, casi se podría
decir que del mismísimo edén. Está tomada, además, desde una distancia precisa,
justa, ni un milímetro de más, ni uno de menos; es la distancia perfecta. Se
trata de una imagen hermosa, sugerente, evocadora; capaz de transmitir, además
de belleza, texturas, olores, sabores. Tiene, a mi entender, hoy que tanto se
habla de terapias alternativas, - cromoterapia, aromaterapia y otras -, un gran
valor terapéutico. Se la podría usar incluso en un test de Rorschach. Si mi
psicoterapeuta ahora mismo me pusiese sobre la mesa esta imagen, seguramente le
pediría que anulase las siguientes tres citas, pues necesitaría varias horas
para hablar de todo lo que veo, todo lo que me recuerda y me evoca esta imagen.
Estoy casi seguro que sería capaz de precisar cuándos, dóndes, cómos, porques y
por qués. Y es que ya lo decía Robert Capa: «Si una foto no es suficientemente buena es porque no estabas
suficientemente cerca». Capa era reportero de guerra y se refería a otro
tipo de instantáneas, pero su máxima se puede aplicar a otros tipos de fotografía.
Y es que en muchos casos la sensibilidad de un/a buen/a fotógrafo/a se constata
precisamente en la distancia emocional que toma con respecto al objeto fotografiado.
(Fotografía: Maricarmen Pardiñas Añón)
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