La ficción siempre ha sido un refugio, un lugar a donde escapar
de rutinas, de vidas anodinas, de situaciones angustiosas. Pero casi siempre
eran huidas pasajeras. Leías un libro, veías una película o una obra de teatro,
visitabas una exposición de pinturas o de fotografía, te evadías, pero luego
volvías a la vida diaria, como se suele decir, con las pilas cargadas. Pero la
situación actual, primero con el confinamiento y después con la distancia
social y todo eso que se ha dado en llamar nueva normalidad es muy distinta,
muy radical, tanto que por momentos puede llevarle a uno al límite. Ahora uno lee un
libro y no quiere que se acabe nunca, igual pasa con una película, o al contemplar
un cuadro o una fotografía. Uno quisiera poder entrar en la novela, en la
película, aventurarse en el paisaje reflejado en una fotografía o en una
pintura, perderse por sus senderos, que no sabes a dónde llevan, entrar por la puerta
de ese edificio que tanto te seduce. O conocer a ese personaje que te genera
tanto misterio y tanto te atrae, tal como hacía la protagonista en La rosa púrpura de El Cairo, de Woody
Allen. Leí hace poco unas declaraciones de la fotógrafa Flore Beleva en las que
decía que tenía miedo porque ahora cuando miraba una serie, le parecía que los
actores tenían una vida real y la suya era de ciencia ficción. Un sentimiento
que yo comparto y que me invade varias veces a lo largo del día. Cuando, por
ejemplo, me pongo a revisar fotografías en la pantalla del ordenador, pienso con
frecuencia que estoy en el lado equivocado de la pantalla. Me pasa sobre todo
con retratos, tengo la extraña sensación de que no soy yo quien revisa fotos,
sino que son las personas retratadas las que me observan y me revisan a mí. La
fotografía que acompaña esta entrada ha sido hecha hace ya un par de años y forma
parte de un proyecto gestado, por lo tanto, antes de que comenzase la pandemia
del Covid 19, pero que ahora con la situación que estamos viviendo está de rabiosa
actualidad. Los tres personajes que se ven en la imagen se encuentran justo en
esa zona de transición entre realidad e irrealidad, entre una realidad
ficticia y una ficción real, una especie de zona cero en la que los
protagonistas de la escena tienen todavía la libertad de poder elegir a qué lado pasar.
De hecho, uno diría que están intentando ponerse de acuerdo antes de dar el paso
definitivo. Desde aquí les deseo a los tres mucha suerte para que tomen la
decisión correcta. Tengo que reconocer que a mí la fotografía, además de parecerme muy buena, me reconforta
y me angustia a partes iguales.
(fotografía: Joss Pereira)
(fotografía: Joss Pereira)
De quien es el cuadro? ...parece un Hockney pero no lo había visto antes
ResponderEliminarHola, Victoria, no estaba seguro de si era un Kockney y tuve que consultar al autor de la foto. Efectivamente es de DAVID HOCKNEY y el cuadro se titula "George Lawson and Wayne Sleep" (1972-1975)
ResponderEliminarGracias por el trabajo de investigación ;)
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