miércoles, 26 de mayo de 2021

463. Modos y maneras

El subjuntivo es un modo verbal que da mucho juego. Es, a mi modo de ver y sentir, el más subjetivo (feliz coincidencia, que no relación, etimológica) de los modos verbales. Y como tal ofrece unas posibilidades expresivas que en determinadas circunstancias el indicativo o el imperativo no alcanzan, y mucho menos el condicional. Es cierto que este modo ofrece un valor temporal muy impreciso y su uso está condicionado por el contexto. Pero precisamente por eso, por el contexto, que se ignora en demasiadas ocasiones, y por no tenerlo en cuenta surgen con tanta frecuencia los malos entendidos. El modo subjuntivo permite expresar, entre otros, una duda razonable: no creo que estés contándome toda la verdad; una emoción, negativa: no me gusta que me mires así, o positiva: me encanta que me digas eso; una alegría: qué bien que hayas venido. Permite pedir algo sin caer en un imperativo autoritario: no me sueltes nunca; expresar una incerteza: quizás tengas razón; un deseo, bueno: ojalá te vaya bonito, pero también malo: mala chispa te coma. Permite hacer una proclama, cierta o no, de dignidad y de amor propio: me importa un carajo lo que digan; un lamento: ay, si te hubiese escuchado ... Pero independientemente de que se opte por un modo verbal u otro, se empleen los sustantivos más o menos apropiados y precisos, se usen más o menos adjetivos (estos, al igual que algunos adverbios categóricos, como nunca o siempre, suelen estorbar más que ayudar), lo primordial para comunicarse hablando es que haya (una vez más el subjuntivo) voluntad de entendimiento. Y aquí ya no llega con la lengua, sino que hay que tirar de tripas y corazón.


5 comentarios: