Las certezas y las verdades absolutas no existen, todo es una cuestión de puntos de vista. Lo que está pasando en Cataluña es una buena muestra de ello.
No sé si es por los recortes silenciosos que viene aplicando el gobierno, si son cosas de la edad, si es algo coyuntural y pasajero o se debe a una falta de energía y entusiasmo, miedo a plantar cara a los retos de cada día. Puede también que no sea nada de eso o la suma de todo, pero el caso es que mi zona de confort cada vez es más reducida, en ella apenas hay espacio para nada, no cabe ni un lamento. Sueltas un grito y te explota en la cara.
Ayer por la mañana al asomarme a la ventana vi un intrigante arco
de luz en el cielo. Últimamente lo veo todo en un tono gris marengo y no sabría
decir a ciencia cierta si se trataba de un arco iris, de una aberración óptica
en mis nuevas gafas progresivas o de un hincha del Real Madrid que andaba
probando las bengalas para el partido de la Champions. En un primer momento
incluso llegué a pensar que podría tratarse de un misil norcoreano sobrevolando
la península ibérica, pero esta posibilidad quedó enseguida descartada con el
noticiero de las diez. De momento, Corea del Norte sigue lanzando sus cohetes
en por encima de Japón.
Los libros que leemos cuando el verano está llegando a su
fin suelen tener un desenlace especialmente nostálgico y son también los que
más pena nos da terminar.
A aquella flor que tanto me miraba quise hacerle el
retrato más bonito del mundo, pero una vez más me temo que no estuve a su
altura. Y es que también las de los fotógrafos son biografías forjadas a base de
fracasos.
Su hija estudia en Barcelona, no sabe muy bien qué, algo
relacionado con márketing o publicidad. Por suerte, cuando el atentado en las Ramblas,
ella estaba de vacaciones en casa. La idea de que vuelva a darse otro atentado
terrorista, a la madre la saca de quicio. Quiere que
la niña deje Barcelona y se venga para Galicia. Pero la hija no está por la
labor, - Mamá, no voy a encerrarme en casa por culpa de los yihadistas, quién te dice que me vengo a estudiar a Santiago y no hacen lo mismo en la plaza del
Obradoiro. Le pide al padre que la apoye, pero él conoce de sobra a su mujer,
sabe como se las gasta en estos casos. Él trabaja para una empresa
catalana y con lo del proceso de independencia algunos compañeros empiezan a
temer por su puesto de trabajo, – estas cosas sabes como empiezan, pero nunca
sabes como acaban. Echan pestes en contra de los catalanes. Él no es tan
pesimista ni tan visceral, los amigos catalanes que tiene no encajan con las
actitudes de los que salen últimamente en la tele. En un hipotético caso de que
Cataluña se independizase, dice, no se acabaría el mundo, tampoco si en vez de
separarse Cataluña, se integrase Portugal, – menos la muerte todo tiene remedio
en esta vida, sólo hay que buscárselo. Pero en todas partes todo se está haciendo tan mal, todo es tan
falso, tan mezquino. En la otra parte del planeta un tonto y un idiota se amenazan
con lluvias de fuego. En casa su mujer y su hija todo el día discutiendo. El
Dépor que no levanta cabeza. Con este sol y con esta marea, se dijo al fin, me
voy a pescar, es todo cuanto está en mis manos hacer.
Esta mañana después de desayunar miró el pastillero para
saber qué día de la semana era. Con los ojos vidriosos me confesó que a veces
cuando quiere visitar a mi hermano, que vive a trescientos metros de su casa,
no recuerda por donde tiene que ir. Le prometí que la próxima vez se lo
comentaríamos al médico. Al mediodía me enseñó la carpeta con las actividades
del curso de entrenamiento de la memoria. Le dieron deberes para el verano. Dijo
que no quería volver a clase, pues sus compañeras, que ya llevan varios años asistiendo
al curso, son mucho mejores que ella y terminan las tareas más rápido. A ella
le cuesta mucho entender y hacer las actividades. Le dije que sus compañeras
tan buenas no podían ser, sino no se entiende que hayan repetido tantas veces curso.
Rió con malicia infantil. Por la tarde se olvidó de ponerle detergente a la
lavadora. Cuando despertó de la siesta dijo haber soñando un montón de cosas
raras. Me preguntó si a mí también me pasaba. Sólo cuando estoy preocupado,
dije. Después de la cena fregó los cuatro cacharros. Mientras secaba los
cubiertos la observé durante un buen rato. Los secaba uno a uno. Con esmero. Los
colocaba bien ordenados en el cajón. Cada cosa en su sitio. Los cuchillos con
los cuchillos, los tenedores con los tenedores y las cucharas con las cucharas.
Un par de veces se equivocó, pero se dio cuenta en seguida y rectificó. Fue un
momento entrañable. Triste y entrañable.