martes, 6 de julio de 2010

5. Esto no es un espejo

Nada más disparar esta foto apareció una señora corriendo calle abajo, toda alborotada, vociferando y haciendo mil aspavientos. Me rogó en tono imperativo que me alejase de allí y que por lo que más quisiera no mirase al espejo, que en realidad no era tal, sino un monóculo extraterrestre capaz de abducir a todo aquel que osase ponerse delante de él. Según dijo, toda asustada, en los últimos años habían desaparecido varias personas en el pueblo y ella lo había denunciado al ayuntamiento y también a la policía, pero en ningún sitito le hacían caso. Decían que estaba loca, pero ella tenía la certeza de que esas personas habían sido abducidas y transportadas a otra dimensión a través del monóculo extraterrestre. Desconozco cuánto había de verdad en todo lo que la pobre señora decía, pero de lo que sí puedo dar fe es que el miedo que transmitía su mirada impresionaba, tanto que desde aquel día me siento observado y los espejos redondos me dan pavor. A veces me despierto por la noche y tengo la sensación de que alguien me vigila en la oscuridad y no me queda más remedio que encender la luz para convencerme a mi mismo de que no hay ninguna prensencia monócula en el dormitorio. El otro día tiré a la basura el espejo de brazo extensible que mi mujer tenía en el baño para poder verse el pelo por detrás. Creo que ella empieza a creer que estoy loco de remate. Pero lo peor de todo es que necesito entrar varias veces al día en mi blog para mirar esta fotografía y comprobar que sigo ahí, reflejado en el monóculo extraterrestre y que aun no he sido abducido

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