martes, 27 de julio de 2010

10. Red atrapasueños

Detrás de esta ventana imagino un domitorio de paredes encaladas; un suelo de baldosines gastados; un armario de otro tiempo con evidencias de carcoma en una puerta; una cama con sábanas recién planchadas, una colcha de lino y una almohada demasiado blanda; sobre una vieja mesita de noche una lamparita sencilla, que apenas ilumina con su luz mortecina y un reloj de bolsillo de la marca Cuervo y Sobrinos con esfera de porcelana y manecillas de oro; en un rincón el galán de noche sostiene una camisa blanca con el cuello almidonado y un pantalón negro perfectamente doblado, a sus pies reposan unos zapatos también negros que desprenden un ligero olor a betún. Engarzados en las rejas intuyo los sueños de innumerables e interminables noches, truncados y marchitos; sueños de pasión e ilusión que perecieron nada más echar a volar, atrapados en la malla metálica como mariposas en una telaraña. Quien haya colocado ahí esas rejas posiblemente no sepa que a los sueños no se los puede encarcelar. Los sueños necesitan viajar, sentirse libres, expandirse por el mundo, pues sólo así es posible que alguno de ellos se haga realidad.

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