El pasado viernes tuvimos reunión general en el trabajo. Estas reuniones bimensuales son la única ocasión que tenemos para vernos las caras todos los compañeros y compañeras de trabajo, la mayoría de los cuales tenemos veinte o más años de antigüedad en la empresa. Y nos tenemos tan vistos unos a otros que los encuentros suelen resultar largos, tediosos, absurdos, estériles y desconcertantes. Al llegar a casa dejé el maletín del trabajo al lado del cubo de los desperdicios reciclables, me puse un pantalón de chándal y las zapatillas de estar por casa, cogí una manzana del frutero y una cerveza de la nevera y me encerré en el despacho buscando evadirme un poco de la realidad dando rienda suelta a mi espíritu creativo (ya que el lógico-práctico lo tenía hecho una piltrafa). Allí me senté al ordenador y me puse, primero a hurgar en mis archivos fotográficos y después a buscar nuevas vías y formas de expresión plástica con la ayuda del software de mi portátil. Fueron meros experimentos en un intento de aplicar, quien sabe, la deconstrucción a la fotografía digital. Mas como mis conocimientos de informática son todavía muy limitados el recurso que empleé en mi experimento fue muy sencillo: consistió básicamente en dejar macerar la tarjeta de memoria de mi cámara durante unos minutos en un chupito de absenta y luego, sin secar la tarjeta ni nada, pasé las fotografías al ordenador. Para tratarse de un primer intento el resultado, a mi modo de ver, creo no ha sido del todo malo. Pero, en fin, seguiré experimentando, tras otras reuniones generales, con otros archivos, otras ideas y otros licores.
martes, 12 de junio de 2012
lunes, 28 de mayo de 2012
86. Paradojas
El plato más elaborado puede saber a rayos y el más gris de los días puede, a la postre, resultar muy luminoso. El profesor más erudito puede decir la mayor de las estupideces y el analfabeto más torpe puede proporcionarte un buen consejo. Los labios más dulces pueden dejarte el peor sabor de boca y el piropo menos ingenioso puede provocar la sonrisa más hermosa. Las palabras más sinceras pueden dejarte la herida más profunda y los ojos más tristes pueden ser tu mayor fuente de esperanza. La más firme convicción puede derrumbarse por una tontería y en el lugar menos indicado puede brotar la flor más esperada.
miércoles, 23 de mayo de 2012
85. Emigrante
Delante de la Estación Marítima del puerto de Vigo hay una escultura de bronce que el Ayuntamiento ha colocado ahí muy probablemente en recuerdo de aquellos miles de emigrantes gallegos que en los años cincuenta abandonaron por esta puerta su tierra con destino a Argentina y a Uruguay huyendo de la miseria y del hambre. Desconozco el tiempo que esa escultura lleva ahí plantada, pero seguro que el día en que se inauguró su emplazamiento nada hacía pensar que la figura del emigrante recobraría actualidad tan pronto. Visto así desde atrás, con ese paso firme y decidido y con esa caca de gaviota en el hombro izquierdo, parece un tipo con un cabreo que no le cabe en la maleta, ansioso por abandonar su patria, para buscar en Ecuador, Bolivia o Perú las oportunidades que su propio país le niega. Es la figura de un tipo cabreado que deja atrás a una mujer desahuciada, a dos hijos hipotecados, a un montón de amigos en la cola del paro, a dos funcionarios judiciales con la clavícula rota, el tabique nasal desviado y hematomas por todo el cuerpo y a un interventor de banco con sus funciones reproductoras seriamente dañadas. Me da mucha pena ver como se va este compañero y sólo puedo desearle una buena travesía y mejor suerte en su nuevo destino.
lunes, 30 de abril de 2012
84. Libertades mermadas
martes, 10 de abril de 2012
83. Santa Semana
miércoles, 22 de febrero de 2012
82. Photocall
81. Calabazas
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