domingo, 17 de diciembre de 2017

329. Autorretrato

Dependiendo de quien la pronuncie, de cómo, cuándo y dónde se pronuncie, de la intención (buena o mala) o del interés del hablante, una palabra puede significar una cosa y también la contraria. No pocas veces a la frase “te quiero” parece que le falta otro verbo (del tipo comer, vampirizar o estrangular). A veces, cuando algún(a) angloparlante me dice enjoy your meal, el your me suena tan acentuado que convierte la frase en una amenaza, para que no se me ocurra meter mi tenedor en su plato, o algo por el estilo. Y en cierta ocasión, en un curso de fotografía impartido por una fotógrafa argentina, ésta al final de la clase del viernes nos puso deberes. Para el lunes tenés que hacer un autorretrato – me dijo. La profesora tenía un hablar tan lindo y exquisito que me perdí en su sonoridad, su dulzura y los significados ocultos de sus palabras y el lunes fui el hazmerreir de toda la clase cuando mostré mis fotos de coches antiguos. Estos juegos lingüísticos en principio no son nada malo, al contrario, son algo muy bueno, pues se trata nada más y nada menos que del material con el que trabajan los poetas. Lo que sí es malo, muy malo, es cuando los líderes políticos o religiosos (a veces no distingo muy bien unos de otros) retuercen a su antojo los significados de las palabras para confundir a la opinión pública. Por ejemplo, cuando llaman ajustes económicos a los recortes en los servicios sociales, cuando hablan de externalizaciones para referirse a las privatizaciones de servicios públicos o cuando denominan movilidad exterior a la emigración de los titulados universitarios que no encuentran trabajo en España. Manipulan y adulteran el significado de las palabras a su antojo y juegan a disfrazar mentiras de verdades. El cruce de proclamas y amenazas que se lanzaron los gestores del Estado Español y de la Generalitat de Cataluña, y que siguen lanzando, daría para escribir todo un tratado de mala retórica política. El mismo problema, para unos fue un golpe de estado y para los otros un mandato democrático (posverdad se le viene llamando a esto últimamente). Menos mal que la Iglesia se mantuvo relativamente al margen, de lo contrario el mandato, además de democrático sería divino y el golpe de estado, además, una herejía. Pero volviendo a lo del autorretrato, recuerdo que para salir airoso de la situación embarazosa también recurrí a la retórica (no sé si política o no) e intenté justificarme con que había querido captar mi imagen reflejada en la carrocería del auto, pero nadie se lo creyó.

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