viernes, 3 de junio de 2016

290. Dignidad




Tengo la impresión de que las casas se impregnan del espíritu de las personas que las habitan o las han habitado y acaban desvelándonos tanto acerca de la personalidad y carácter de los moradores como la forma de vestir o de caminar de éstos, como el tono de su voz o el modo de mirar; como el gesto al saludar o al sonreír o como el modo de estar, hacer y decir. La de la foto es a mi modo de ver un excelente ejemplo: pese al estado de abandono y desmoronamiento en que se encuentra, mantiene intacta toda su distinción, porte y respetabilidad. Se cae a trozos, pero lo hace en silencio, sin dramatismos y con una dignidad, elegancia y serenidad que sobrecogen.

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