Afortunado aquel niño que tiene una hermana dos o tres años mayor que él, pues llegado el momento ella será su gran apoyo en la complicada travesía por la adolescencia y primera juventud. La hermana mayor será su cómplice y amiga, su asesora en asuntos del corazón y, como una segunda madre, sabrá darle mucho ánimo, seguridad y cariño. Al revés, es decir, cuando el mayor de los hermanos es él, lamentablemente no sucede lo mismo. Esto lo saben hasta las piedras.
(a Alice e Pietro)
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