sábado, 22 de septiembre de 2012

107. Reflejos

Así como hay libros que lo mejor que les ha podido pasar es que los tradujese Julio Cortázar, chistes cuyo mejor premio es que los haya contado un gaditano o feos para los que ha sido una suerte que los retratase un caricaturista, también hay edificios que lo mejor que les ha podido suceder es que construyesen otro edificio enfrente con los cristales polarizados, pues es bien sabido que con frecuencia un reflejo es más interesante que su original. A mi por lo menos suele ocurrirme que en el metro la chica que se sienta a mi lado no es especialmente guapa, pero su reflejo en el cristal de la ventana resulta tremendamente atractivo, o que un deportivo rojo que veo acercarse por el retrovisor del automóvil, y que parece un Ferrari, al adelantarme resulta que no es más que un utilitario tuneado; y cuando un perro le ladra a su imagen reflejada en un espejo o en un escaparte, el imbécil me parece siempre el perro de verdad y la imagen reflejada en el cristal semeja limitarse a responder a las provocaciones del perro tonto. Además, ¿quién no se ha sentido alguna vez un poeta al verse difuminado en el espejo de la pared del Café Moderno, un espíritu joven y libre al reconocerse en el retrovisor de una Vespa a 60 km/h, un don Juan irresistible al verse reflejado en unos ojos verdes y vidriosos, o un vampiro desalmado y patético al mirarse en el estanque del parque una noche de luna llena?

No hay comentarios:

Publicar un comentario